viernes, 18 de enero de 2008

Sobre la Poesía de la Experiencia

LA EXPERIENCIA DE LA POESÍA EN LA “POESÍA DE LA EXPERIENCIA”
(José S. Carrasco Molina – Profesor de Lengua Castellana y Literatura)

No es descubrir nada nuevo afirmar que de los tres géneros literarios es la lírica, sin duda, el género menos “popular”, el menos accesible y la prueba de ello es el número de ejemplares que llegan a venderse de los libros de poesía, incluso de los autores de más renombre, aunque, por suerte, hay alguna excepción como los “Poemas de amor” de Gala o la Antología de poemas de amor realizada por Luis María Ansón. Pero no dejan de ser una gota en el océano. A pesar de ello, al menos para mí, es en la poesía donde la palabra alcanza su mayor protagonismo estético, donde el poder sugerente y evocador de la palabra se da con mayor fuerza. Por tanto, se hace necesario, hoy como ayer, volver al verso, regresar a la poesía, recalar en la lírica. Porque es apasionante vivir la experiencia de la poesía, es decir, enfrentarse cara a cara con un buen poema, sin intermediarios, sin el tamiz de la opinión crítica que puede desvirtuar lo que es nuestra sensación íntima, personal e intransferible. Y si apasionante es vivir esta experiencia como lector o, mejor, como “escuchador” de poesía (porque la poesía se disfruta más cuando nos la recitan bien), mucho más lo es la experiencia del yo creador; lo que ocurre es que sólo a unos pocos les está reservada esta vivencia única, a aquellos que pueden ser llamados con propiedad “poetas”.
En nuestra literatura, desde aquellas primeras cancioncillas tan breves como emotivas, escritas en mozárabe, llamadas jarchas hasta el día de hoy son muchos, muchísimos, los nombres que pueden ser acompañados con el apelativo de poetas. Los hay cultivadores de todos los estilos, de todos los temas, de todos los esquemas métricos.. pero todos con un rasgo en común: la capacidad de crear belleza por medio de las palabras con las que exteriorizan su mirada a la realidad interior o exterior.
A pesar de la riqueza y calidad de nuestra poesía clásica, es en el siglo XX donde la poesía española se viste de gala, especialmente desde la prolífica y extraordinaria generación del 27. Desde entonces hasta hoy, los críticos han establecido varios cortes generacionales, no siempre aceptados por todos. Pero entre esa variedad de posturas sobre el cultivo de la poesía en estos últimos cincuenta años, parece ser que ha tenido éxito la denominación de “poesía de la experiencia” que se aplica a la obra de un grupo de poetas nacidos generalmente en la década de los cincuenta y que publican su obra en los ochenta. El término procede del libro de Robert Langbaum “The Poetry of Experience” dedicado a estudiar el monólogo dramático en la lírica inglesa.
Como de experiencia se trata, por lo que a mí respecta he de confesar que antes de entrar en contacto directo con los versos de estos poetas, mi postura era más bien de cierta precaución ante ellos, pues la primera noticia que me llegó de su existencia fue a través de un artículo demoledor contra esta poesía escrito por Blanca Andreu. En él, la autora comenzaba mofándose de la opinión (desde luego algo exagerada) de un crítico que había afirmado que el mejor endecasílabo de los últimos veinte años era uno debido a la pluma del “padre” de estos poetas, Luis García Montero, y que dice así:
Tú me llamas, amor, yo cojo un taxi.
Blanca Andreu compara este endecasílabo con otros de Garcilaso y de Quevedo y afirma literalmente: “me quedé estupefacta del grado de ceguera en que puede incurrir la crítica cuando trata de aupar a alguien” para decir posteriormente que “si ese es el mejor verso que se ha escrito en muchos años, la poesía ha muerto para siempre en una conversación de trastienda”
Termina el artículo poniendo en duda el valor poético de los motivos de inspiración de estos poetas que, como su nombre indica, es la experiencia de la vida diaria, afirmando la autora: “me pregunto cómo es posible caer en la simpleza de considerar que la visión de un semáforo y del asfalto pueden constituir experiencia poética”. Eso es vivir en pozo seco, sin saber viajar con la mente y el espacio, que es lo mínimo que debe saber un escritor.”
Duras palabras, sin duda, que mediatizan la opinión de cualquiera que no conozca de primera mano la obra de estos poetas de la experiencia. Mas, al menos por mi parte, he de reconocer que, una vez que se entra en contacto, aunque no sea muy profundo con este “movimiento”, la valoración no es tan negativa. Y más cuando se tiene la suerte, como yo la tuve (y sigo hablando de experiencia personal) de oír hablar sobre esta poesía a uno de los mayores expertos en el estudio de la lírica española de este siglo, un profesor de la Universidad de Alicante llamado Angel Luis Prieto de Paula. En la Universidad de Verano de El Escorial, nos fue desgranando de manera magistral las características de las diferentes corrientes poéticas de los últimos años, centrándose especialmente en esta “poesía de la experiencia”.
Para dar una visión, aunque sea superficial de lo que es esta poesía, habría que comenzar diciendo que se puede tomar como inicio la fecha de 1982, fecha muy importante en la historia de la España democrática, pues supone la llegada del PSOE al poder tras las elecciones generales de ese año. Se termina con ello el período de transición democrática emprendido en 1977. Este cambio político, según Juan José Lanz, “suponía un impulso económico importante a las actividades del Ministerio de Cultura así como en el campo puramente poético”. Señala este autor como un hecho que impulsa la difusión de esta poesía la concesión en 1982 del Premio Adonais a Luis García Montero, el poeta más significativo de esta generación. Además, a partir de esa fecha las transformaciones que se imponen desde el poder político no sólo afectan a la modernización de las carreteras españolas, sino que proclaman un modo de ver la vida más positivista que nunca. Así, el marco ideológico de la sociedad que se va creando pone por delante la experiencia a las teorías, el hecho al principio, la sensación al concepto abstracto. A este respecto, recuerdo las palabras del profesor alicantino que afirmaba que en estos años 80 se produce la “institucionalización de la disidencia”, pues los que habían planteado otras vías, ya se instalan en el poder, los disidentes se hacen Directores Generales, dejándose de hacer, por tanto, poesía social o canción contestataria.
Es muy importante enmarcar esta poesía en el contexto en el que nace. Carmelo Guillén, en su Antología de la Poesía desde 1935 al 2000 afirma, entre otras cosas: “No son buenos momentos para los intelectuales. Aquel afán por cambiar que mostraron los universitarios en los años 70, deja paso a una juventud universitaria pasiva, resignada y acrítica. Imposible cambiar nada. Como nota predominante impera el escepticismo en todos los aspectos. Son tiempos de masificación de las universidades y de desprestigio general del profesorado. (...). Leyes como la del divorcio, la del aborto, las nuevas orientaciones de la enseñanza con la imposición de la LOGSE, descentran el país y lo que se creían valores de siempre tienden a desmoronarse ante la imposición de una cultura cada vez más desorientadora”.
Era este, pues, un terreno abonado para que surgiera una poesía como esta de la experiencia, que pretende aterrizar en la realidad y dejar de un lado grandes construcciones metafóricas o atrevidos experimentalismos con la palabra. Si lo que se impone en la sociedad es el pragmatismo, también la poesía debe participar de ese clima general.
Pero ¿quiénes integran este grupo poético? . Según el autor de la antología antes citada, serían todos poetas nacidos entre 1953 y 1969 y que publican sus primeros libros alrededor de los ochenta. En primer lugar, es justo citar al “maestro” de esta generación, Luis García Montero ; junto a él, entre otros, Jon Juaristi , Andrés Trapiello , Julio Martínez Mesanza, Amalia Bautista, Carlos Marzal, Luis Alberto de Cuenca, José Luis García Martín, Javier Salvago... todos ellos, sin duda, bastante influenciados por uno de los poetas más importantes de este siglo en España, encuadrado en la que se ha llamado “generación de los 50” como es Jaime Gil de Biedma; de él son estas palabras que tienen mucho que ver con los intentos de los poetas de la experiencia: “En principio, la poesía me parece una tentativa, entre otras muchas, por hacer nuestra vida un poco más inteligible, un poco más humana”. Frente a la poesía de los denominados “novísimos” que se caracterizaba por una carencia de datos personales y autobiográficos, por la pérdida de identidad en el acto de la creación poética, en esta poesía el poeta, por el contrario, empieza a utilizar materiales de su experiencia personal y lo hace bajo la primera persona o la segunda; de ahí que el poema se llene de datos biográficos, unos estarán documentados en la biografía del propio poeta, otros se incluirán en el poema por una de las máscaras biográficas ficticias que crea el poeta.
Pero, después de los nombres y las fechas, se hace necesario caracterizar los rasgos que estos poetas tienen en común. El propio García Montero habla de esta poesía como una poesía “que se entiende”, en la cual, el poema “ se convierte en un territorio de objetividad donde el poeta puede ordenar sus experiencias para entenderlas mejor y para exponérselas al lector. En esta peripecia artística de la objetividad cobran un valor decisivo una elaboración medida del personaje poético y el marco de la experiencia real como temperatura y telón de fondo de los poemas”.
Además, hay que destacar de estos poetas el distanciamiento humorístico y la ironía (en esto coinciden, por ejemplo, con Angel González). Pero no hay que dejarse engañar pensando que es siempre el yo del poeta el que está detrás de cada “experiencia” que se nos poetiza, pues se produce muchas veces la disociación del personaje poemático y el yo real, cobrando especial interés el juego de los simulacros (las máscaras de que hemos hablado más arriba) hasta presentar como lo más real de todo la misma ficción.
Su concepción de la vida es, al mismo tiempo, una provocación al desaliento y a la renuncia de toda eternidad, una exaltación del instante. Con el tiempo todo se pierde a la vez que todo nos destruye (visión elegíaca de la existencia que será definitiva en la temática del desencanto, tan presente en esta poesía).
Se trata de una poesía de ambientación preferentemente urbana, predominando los temas realistas más cercanos al vivir diario del poeta : los suyos (familia y amigos), su cultura libresca, sus circunstancias personales. La ciudad se muestra en sus aspectos urbanos más duros, más sombríos: las calles, los bares, los parkings subterráneos y el hombre vagando, perdiéndose o divirtiéndose en su ciudad, desplegando en ella sus sentimientos, dejando volar sus ensoñaciones o dejándose arrastrar por sus visiones. Al poeta le gusta nombrar los lugares por donde pasa, aproximarlos al lector, para que este participe de su historia, sea esta fingida o real.
Ya no es, como en el 68, el afán de cambiar las circunstancias su preocupación ni su entusiasmo sino la plasmación de las relaciones humanas de cada día. De ahí el fuerte individualismo que los caracteriza. El poeta vive en lo suyo, en lo que le afecta y no se compromete más que consigo mismo. No pretenden ser líderes de nada. Desde una orientación personal, cada uno cuenta su vida, a la que da toda la supremacía.
Hay que señalar también como rasgo importante, la comunicación con el lector, que es para estos poetas uno de los objetivos primordiales: se busca al lector, se le quiere hacer cómplice y partícipe del mundo inventado en el poema, pues el poeta tiene la seguridad de que no es ningún demérito artístico el que un poema “se entienda”.
Salvo contadísimas ocasiones, Dios no existe en sus vidas y, por lo tanto, no aparece en sus poemas. Su actitud respecto a cualquier doctrina es desafiante pues se mira con recelo cualquier tipo de injerencia en las vidas personales.
Aparentemente pudiera parecer que todos estos rasgos traen como consecuencia una poesía ligera, superficial, intrascendente pero no se puede afirmar que una poesía sea intrascendente porque trate cosas intrascendentes. Esta poesía intenta compaginar el testimonio de un momento con los grandes temas de la poesía, aunque hay que reconocer que se corre el peligro de caer en un puro biografismo. Mas, a pesar de sus riesgos, a pesar de las distintas corrientes poéticas que se han dado en el último cuarto de siglo, ninguna ha proliferado tanto como la poesía de la experiencia. Ha descollado como ninguna otra, opina Guillén Acosta, “acaso porque el pensamiento positivista que la ha alimentado desde 1982 era, y es, lo que le da la razón de ser”.
Miguel García Posada, abundando en esta cuestión afirma: “Esta es, sin duda, la poética que cuenta hoy con más cultivadores en la lírica española. Es también la corriente que más claramente ha roto con la promoción anterior al apostar por la historicidad y temporalidad de la poesía, reivindicar la cotidianidad y reevaluar la métrica tradicional y la concepción del poema como discurso memorable en busca de un público más amplio para la poesía, lejos del elitismo de los novísimos”.
Sirvan como muestra estos textos que hablan por sí solos de lo que supone este movimiento y sea bienvenida a nuestros foros y a nuestras aulas esta poesía de la experiencia que nos hace disfrutar de la inefable experiencia de la poesía.

TEXTO 1
“LA MALCASADA” de LUIS ALBERTO DE CUENCA
Me dices que Juan Luis no te comprende,
que sólo piensa en sus computadoras
y que no te hace caso por las noches.
Me dices que tus hijos no te sirven,
que sólo dan problemas, que se aburren
de todo y que estás harta de aguantarlos.
Me dices que tus padres están viejos,
que se han vuelto tacaños y egoístas
y ya no eres su reina como antes.
Me dices que has cumplido los cuarenta
y que no es fácil empezar de nuevo,
que los únicos hombres con que tratas
son colegas de Juan en IBM
y no te gustan los ejecutivos.
Y yo, ¿qué es lo que pinto en esta historia?
¿Qué quieres que haga yo? ¿Qué mate a alguien?
¿Qué dé un golpe de estado libertario?
Te quise como un loco. No lo niego.
Pero eso fue hace mucho, cuando el mundo
era una reluciente madrugada
que no quisiste compartir conmigo.
La nostalgia es un burdo pasatiempo.
Vuelve a ser la que fuiste. Ve a un gimnasio,
píntate más, alisa tus arrugas
y ponte ropa sexy, no seas tonta,
que a lo mejor Juan Luis vuelve a mimarte,
y tus hijos se van a un campamento
y tus padres se mueren.

TEXTO 2
“TÓPICOS” de J.L. GARCÍA MARTÍN
Pulvis et umbra sumus (Horacio)
Ya sé que estamos siempre solos,
que abrazamos imágenes fugaces,
que la felicidad se desvanece
como la sombra de una nube,
que estamos hechos para hacernos daño,
que la vida carece de sentido,
que Dios es un invento
de hombres asustados como niños
que temen dormir solos
para todas la negra eternidad,
que quienes andan por la calle
son sólo muertos con unos pocos días
de permiso. Lo sé. Sé todos los tópicos.
Y sé que son verdad. No voy a refutarlos.
Pero tú ahora estás conmigo,
Sonríes y dices que me quieres.
Qué me importa el ayer sin ventura
O el incierto mañana.
Ya sé que somos polvo y sombra,
pero mientras el polvo dura
el mundo está bien hecho.

TEXTO 3
“POR FAVOR” de MIGUEL D´ORS
Se van muriendo uno tras otro
como en las películas de náufragos
o de aviones estrellados en neveros incógnitos.
Sucumbió el portero de fútbol catequístico
y el bailarín de valses bajo la luz periódica de un faro
y el estudiante que sueña
un verano arqueológico en Egipto
y el insensato que sufre por unos ojos
que eran una sucursal del Cantábrico
y el posible profesor de español en Colorado.
Ahora está agonizando, es evidente, el aspirante a gran poeta
y no vivirá mucho el montañero que conoce por sus nombres
todas las aguas de Belagua y Zuriza.
No sé cuáles serán los supervivientes definitivos,
los miguel d´ors que lleguen a la última secuencia
(que según los antiguos es el paso de un río),
pero le pido al Cielo que en aquel grupo esté, por favor,
el muchacho que una tarde,
mirándote mirar el escaparate de la librería Quera
en la calle Perritxol de Barcelona,
empieza a enamorarse de ti como un idiota.

TEXTO 4
“TÚ ME LLAMAS “ de LUIS GARCÍA MONTERO
Tú me llamas, amor, yo cojo un taxi,
cruzo la desmedida realidad
de febrero por verte,
el mundo transitorio que me ofrece
un asiento de atrás,
su refugiada bóveda de sueños,
luces intermitentes como conversaciones,
letreros encendidos en la brisa,
que no son el destino
pero que están escritos encima de nosotros (...)
Yo vengo sin idiomas desde mi soledad,
y sin idiomas voy hacia la tuya.
No hay nada que decir,
pero supongo
que hablaremos desnudos sobre esto,
algo después, quitándole importancia,
avivando los ritmos del pasado,
las cosas que están lejos
y que ya no nos duelen.



TEXTO 5
“POEMA DE AMOR” de JAVIER SALVAGO
Mi madre, que me encuentra más delgado,
y se preocupa porque tengo ojeras.

Mi padre, cada día más distante,
y, sin embargo, cada vez más cerca.

Mi hijo, que aparece con sus ganas
de vivir, y me rompe los esquemas.

Y, aunque lo dudes, tú,
que me soportas o que te rebelas

cuando reniego o callo, que compartes
mi malhumor y mis miserias.

Y poco más... Es todo lo que puedo
Llamar amor a los cuarenta.

TEXTO 6
“CARCEL DE AMOR” de AMALIA BAUTISTA
De todas las mujeres que has tenido
que me quieres a mí más que a ninguna
es lo que dices siempre. Sin embargo,
ellas pudieron compartir tu cama,
y a mí me has encerrado en este cuarto
en el que me visitas por las tardes,
me traes dulces y libros, y me hablas
de arte y literatura. Al despedirte
me das un paternal beso en la frente
y así hasta el otro día. Y yo me quedo
sola y me aburro. Y echo en falta un hombre.
Por eso no te extrañes, amor mío,
si vienes a mi celda por sorpresa
y me ves abrazada al carcelero.

1 comentario:

Elena Larruy dijo...

Me ha encantado leer este artículo que habla de la poesía y los autores del movimiento de La poesía de la Experiencia. Muchas gracias a su autor José Simeón; se agradecen artículos como este, expuesto con maestría y educación.Siempre tenemos algo que aprender y agradecer.
Cuánta necesidad de sentimiento y cultura poético le falta al hombre de hoy, que le refuercen sus valores, sus cualidades humanas, que den sentido a su pobre vivir, respirando magma de inutilidades y bazofias cotidianamente.