“BIENVENIDO SEA”
Esta es la respuesta que en todos los hogares de Abarán se da a la entrada del portador de una imagen del Niño Jesús, cuando este anuncia: “El Niño Jesús en esta santa casa”.
Y así se viene repitiendo ya desde hace, al menos, dos siglos. Y después de esas sencillas pero profundas palabras que expresan la acogida de todas las casas abaraneras a todo lo que simboliza esa imagen, todos los que hay en cada casa, comenzando por los dueños, la besan con sincero recogimiento, teniendo como fondo alguno de los villancicos populares que se vienen cantando en Abarán en estas fechas como “A Nazaret marchar, camino de Belén” o “Si los pastores supieran, pon, pon,…”. Y al acabar de besar la imagen la familia y todos los amigos que se encuentran en cada una de las más de tres mil casas de este pueblo, el portador se despide con un “Hasta el año que viene”, respondiendo los presentes “Si Dios quiere”, en la confianza de que el próximo 6 de enero volverán a reunirse para vivir este rito, tan sencillo como lleno de contenido.
Así de simple es la tradición más abaranera, el rito más propio y definidor de este pueblo, pues no se tienen datos de que esta tradición se lleve a cabo en ningún otro pueblo de nuestra Región, tan sólo tenemos noticias de que en Caudete se realiza algo parecido.
Es la tradición que configura a cada seis de enero como uno de los días más grandes en el calendario anual abaranero. Si queremos indagar sobre el origen, nada encontramos en ningún archivo que nos lo pueda descubrir con total certeza. Es algo tan poco espectacular, tan entrañable que nadie se preocupó de dejar constancia escrita de sus comienzos. Pero no sería arriesgado pensar que se trató desde el principio de una forma de recoger fondos para la Hermandad de Ánimas, pues son ellos, los animeros, los organizadores de la fiesta, fiesta que empieza por la mañana y se prolonga hasta el amanecer del día siete de enero.
Y es que, en la mañana del día seis, tiene lugar la Misa de Reyes, con la presencia de los Magos y en la que se canta la Misa Pastoril, en latín, del compositor José Ramón Gomis, música muy ligada a este pueblo desde hace décadas y que también se canta en Nochebuena. Tras la Misa, se da a besar una imagen del Niño a los asistentes y, a continuación, se lleva la imagen a la Residencia de Ancianos para que sean ellos, los allí acogidos, los primeros que lleven a cabo el rito de besar al Niño. Simultáneamente, desde hace ya más de treinta años, otra imagen del Niño es llevada a los hospitales de Cieza y Murcia para que sea besada por los enfermos de Abarán que se encuentren ingresados, produciéndose escenas realmente emotivas.
Por la tarde, a hora muy temprana, se lleva a cabo una primera salida de varias imágenes que recorren las calles más alejadas del centro urbano. Y ya al atardecer, sobre las ocho de la tarde, tiene lugar el momento cumbre de la fiesta, en un atrio rebosante la salida de la iglesia de San Pablo de las imágenes que recorrerán el resto de hogares hasta aproximadamente las cinco de la mañana, hora en que tendrá lugar la recogida de todas las imágenes después de una noche intensa.
Cada una de las imágenes es portada por un sacerdote o un miembro de la Hermandad de Ánimas, a quien acompaña otro animero con una campanilla que va anunciando la próxima llegada del Niño a cada casa y con una alforja al hombro en la que se depositan limosnas para dicha Hermandad. Allí familiares y amigos esperan ansiosos para responder “Bienvenido sea” cuando entre por la puerta la imagen más esperada.
Y así transcurre cada seis de enero en Abarán, en un pueblo al que hay que esforzarse para descubrir porque las montañas lo tienen aprisionado y que sólo el tesón de sus gentes ha logrado ir construyendo, habiendo contado siempre con la compañía del río, verdadera razón de ser de Abarán.
JOSE S. CARRASCO MOLINA (Cronista Oficial de Abarán)
Esta es la respuesta que en todos los hogares de Abarán se da a la entrada del portador de una imagen del Niño Jesús, cuando este anuncia: “El Niño Jesús en esta santa casa”.
Y así se viene repitiendo ya desde hace, al menos, dos siglos. Y después de esas sencillas pero profundas palabras que expresan la acogida de todas las casas abaraneras a todo lo que simboliza esa imagen, todos los que hay en cada casa, comenzando por los dueños, la besan con sincero recogimiento, teniendo como fondo alguno de los villancicos populares que se vienen cantando en Abarán en estas fechas como “A Nazaret marchar, camino de Belén” o “Si los pastores supieran, pon, pon,…”. Y al acabar de besar la imagen la familia y todos los amigos que se encuentran en cada una de las más de tres mil casas de este pueblo, el portador se despide con un “Hasta el año que viene”, respondiendo los presentes “Si Dios quiere”, en la confianza de que el próximo 6 de enero volverán a reunirse para vivir este rito, tan sencillo como lleno de contenido.
Así de simple es la tradición más abaranera, el rito más propio y definidor de este pueblo, pues no se tienen datos de que esta tradición se lleve a cabo en ningún otro pueblo de nuestra Región, tan sólo tenemos noticias de que en Caudete se realiza algo parecido.
Es la tradición que configura a cada seis de enero como uno de los días más grandes en el calendario anual abaranero. Si queremos indagar sobre el origen, nada encontramos en ningún archivo que nos lo pueda descubrir con total certeza. Es algo tan poco espectacular, tan entrañable que nadie se preocupó de dejar constancia escrita de sus comienzos. Pero no sería arriesgado pensar que se trató desde el principio de una forma de recoger fondos para la Hermandad de Ánimas, pues son ellos, los animeros, los organizadores de la fiesta, fiesta que empieza por la mañana y se prolonga hasta el amanecer del día siete de enero.
Y es que, en la mañana del día seis, tiene lugar la Misa de Reyes, con la presencia de los Magos y en la que se canta la Misa Pastoril, en latín, del compositor José Ramón Gomis, música muy ligada a este pueblo desde hace décadas y que también se canta en Nochebuena. Tras la Misa, se da a besar una imagen del Niño a los asistentes y, a continuación, se lleva la imagen a la Residencia de Ancianos para que sean ellos, los allí acogidos, los primeros que lleven a cabo el rito de besar al Niño. Simultáneamente, desde hace ya más de treinta años, otra imagen del Niño es llevada a los hospitales de Cieza y Murcia para que sea besada por los enfermos de Abarán que se encuentren ingresados, produciéndose escenas realmente emotivas.
Por la tarde, a hora muy temprana, se lleva a cabo una primera salida de varias imágenes que recorren las calles más alejadas del centro urbano. Y ya al atardecer, sobre las ocho de la tarde, tiene lugar el momento cumbre de la fiesta, en un atrio rebosante la salida de la iglesia de San Pablo de las imágenes que recorrerán el resto de hogares hasta aproximadamente las cinco de la mañana, hora en que tendrá lugar la recogida de todas las imágenes después de una noche intensa.
Cada una de las imágenes es portada por un sacerdote o un miembro de la Hermandad de Ánimas, a quien acompaña otro animero con una campanilla que va anunciando la próxima llegada del Niño a cada casa y con una alforja al hombro en la que se depositan limosnas para dicha Hermandad. Allí familiares y amigos esperan ansiosos para responder “Bienvenido sea” cuando entre por la puerta la imagen más esperada.
Y así transcurre cada seis de enero en Abarán, en un pueblo al que hay que esforzarse para descubrir porque las montañas lo tienen aprisionado y que sólo el tesón de sus gentes ha logrado ir construyendo, habiendo contado siempre con la compañía del río, verdadera razón de ser de Abarán.
JOSE S. CARRASCO MOLINA (Cronista Oficial de Abarán)
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