viernes, 18 de enero de 2008

Joaquin Juliá "Ghandi": pintor abaranero

“GHANDI”, PINTOR AUTODIDACTA Y ABARANERO
No, no nos referimos al pacifista indio, sino a Joaquín Juliá Gómez, un abaranero que, a pesar de que murió joven, dejó una obra pictórica bastante abundante y que apuntaba una carrera que hubiera podido ser brillante. El apelativo con el que en Abarán se le conocía se le debe a su parecido con el actor que interpretó el personaje del pacifista indio en una película.
Pero lo más destacable de la personalidad de “Ghandi” es su autodidactismo. Apenas pudo ir a la escuela, pero ya demostró allí su maestría en el manejo del lápiz y en su adolescencia empezó a pintar y a echar fuera el genio que llevaba dentro. El Parque con su río, simpáticas escenas de la Ermita, bodegones entrañables y retratos que reflejan lo físico y lo emocional del personaje, fueron saliendo de sus pinceles y empezaron a ser valorados por sus paisanos. Toda su vida estuvo muy relacionado con el Teatro Cervantes y allí dejó algunas pinturas en el escenario, hoy ya desaparecidas, como los rostros de Ricardo Mayrat y Joan Crawford. Y, en ese teatro tan entrañable para los abaraneros, no sólo pintaba, sino que también tocaba el piano algunos domingos después de misa, mientras que sus amigos y amigas bailaban, pero eso lo hacía sin haber dado nunca ni una sola nota de solfeo. Autodidacta, por tanto, también en la música.
Volviendo a la pintura, “Ghandi” a pesar de no haber podido realizar estudios sobre este arte, cuando viajaba a Madrid, visitaba museos, observando con detenimiento, tomando apuntes para aplicarlos después en sus dibujos.
En cuanto a la técnica, usaba mucho la acuarela, cada vez más elaborada y perfeccionada con una pincelada paulatinamente más certera y la ejecución del dibujo cada vez más trabajada. Pese a su autodidactismo, la ejecución de sus cuadros se ciñe a las reglas dadas por los manuales de pintura y según las cuales todo cuadro debe tener un efecto aumentado por un colorido que se inicia de forma suave y gradual para ir tornándose más fuerte.
Había nacido en 1923 y murió muy joven, a los 28 años, después de una enfermedad con la que convivió durante nueve años. Su familia hizo todo lo humanamente posible por atajarla pero no pudo ser y con su muerte se fue un hombre de gran atractivo, elegancia, simpatía, generosidad y profundidad interior, que merece, al menos, un pequeño hueco en la historia de la pintura murciana.
JOSE S. CARRASCO MOLINA
Cronista Oficial de Abarán

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