lunes, 21 de enero de 2008

Antología del Disparate 2007

RINCON DEL DISPARATE
(Publicado en Revista ABACO 2007)

Puntual a la cita anual, no podía faltar este Rincón en nuestra ABACO de 2007. Y tengo, en primer lugar, que agradecer a algunos profesores que me han brindado material disparatado más que de sobra para elaborar este artículo, especialmente DE Lengua y Cultura Clásica. Pues, sin más preámbulos, ahí van algunas de las “perlas” que nuestros alumnos han dejado en sus exámenes.
La Cultura Clásica es un verdadero filón de respuestas por lo menos chocantes, que merece la pena perpetuar y hemos seleccionado algunas:
-¿Cuántas, cuándo y entre quiénes tuvieron lugar las guerras púnicas?
- Hubieron tres guerras púnicas.

- ¿Cómo se construía una calzada romana?
- Las calzadas estaban levantadas por en medio para que el agua no recalase

- El profesor le pide al alumno completar las frases con un latinismo, en el primer caso “sine qua non” y en el segundo “viacrucis”, pero los alumnos no lo tienen demasiado claro y crean sus propios latinismos:
- Para entrar en la Universidad es condición ”in corructus” aprobar el bachillerato.
- Para muchos alumnos los exámenes suponen un auténtico “fracasum”

- El siguiente alumno ha oído campanas pero no tiene las ideas demasiado claras:
- Burocracia: un tipo de oficina

- El razonamiento del siguiente alumno no puede ser más lógico, cuando el profesor le pide que cite los tres períodos de la historia de Roma y diga por qué reciben esos nombres:
- Monarquía por los monarcas; imperio por el emperador, república por los republicanos.

-Seguramente el alumno de la siguiente respuesta está pensando en algún compañero:
- Autor de la Ilíada: Romero

-En su empeño porque los alumnos conozcan el mundo clásico en todos sus ámbitos, el profesor, les pregunta por los problemas que presentaban las ciudades antiguas, y he aquí algunas respuestas:
- Las derrumbaciones
- El tránsito de gente por las calles era abundante porque la gente casi nunca estaban en sus casas.
- Havía un cuerpo de bomberos que utilizaba mantas acuáticas
- No abían ventanas con cristales. No había luz. Las calles no estaban asfaltadas.

-Los Juegos Olímpicos son de los acontecimientos más importantes de la Antigüedad clásica. He aquí algunas preguntas y respuestas ingeniosas sobre los mismos (la correcta va entre paréntesis):
- ¿Qué es lo que quedaba suprimido durante los Juegos? (las guerras)
- Morder y meter los dedos en el ojo.
-¿Por qué se suprimieron los juegos en la Antigüedad? (por considerarlos paganos)
- Teodosio porque los hombres participaban desnudos
- ¿Quién reinstauró los Juegos a finales del siglo XIX? (El barón de Coubertin)
- El que llevaba la antorcha

Y de la Cultura Clásica al mundo de las matemáticas que a veces también da pie a respuestas hilarantes. Uno de las repercusiones de la implantación del euro ha sido el redondeo, que lo ha encarecido todo. Pero eso del redondeo este alumno se lo toma al pie de la letra en un examen de “mates”:
-Redondea a las centenas los números: 3.678 y 42.230
- Respuesta: 3 .6 7 8 y 4 2 . 2 3 0

Y, para terminar, algunos ejemplos de Lengua y Literatura, materia que también pone a prueba a veces el ingenio:
-¿Qué clase de estrofa es una cuaderna vía?
- Es una estrofa lírica corta pero con mucho a entender
- Es una estrofa sencilla y muy buena
- ¿Cuál es la principal teoría sobre el origen de los romances?
- Que estaba allí un señor y dicho romance le salía
- ¿Qué quiere decir Mester de Juglaría?
- Que era el Mar Juglar
- ¿Cómo se conoce a Carlos I?
-Carlos I de España y V de Almería
- ¿Quién era Fernando de Rojas?
- Fernando de Rojas era un hombre con muchas leyes
-Di todo lo que sepas sobre el espacio narrativo:
- Es la separación entre párrafo y párrafo
- ¿Qué es la aliteración? (repetir un sonido en un verso)
- Consiste en aliterar dos o más palabras según su género y además tiene que estar una debajo de la otra, por ejemplo: fuego
Luego
-Es un cambio en los versos de los poemas, por ejemplo: Cociné unas patatas bravas.

Y dejamos para el final una definición muy plástica de lo que son palabras sinónimas, que no precisa comentario:
-Sinónimas son las palabras que se escuchan igual y tienen distinto significado:
Hostia: pan bendecido de misa / hostia: dar una torta bien.
JOSE S. CARRASCO MOLINA
Profesor de Lengua y Literatura

sábado, 19 de enero de 2008

Amalia Bautista: esencia y transparencia

AMALIA BAUTISTA: ESENCIA Y TRANSPARENCIA
Solo sé, si algo sé, que la poesía de A.B. está hecha en
el tiempo y para durar en el tiempo
Abelardo Linares
Los centros de enseñanza, como las personas, tienen sus señas de identidad, sus rasgos peculiares que los hacen distintos a unos de otros. Estas señas no vienen dadas por su actividad normal, diaria, de enseñar en las aulas, sino de los “decorados” que acompañan a esta y la complementan.
Y, al igual que la representación de una obra de teatro se vería desnuda e incompleta sin los decorados que enmarcan y sitúan la acción, un centro de enseñanza no cumpliría totalmente sus objetivos si sólo se limitara a la impartición de las clases de las diversas disciplinas y su identidad estaría desdibujada.
Pues, en nuestro IES DIEGO TORTOSA, en este afán por definir una identidad, nos estamos empeñando en que una de las señas que la configuren sea la poesía. Para ello, entre otras muchas actividades, estamos contando con la presencia cada curso de poetas de renombre en el panorama actual. Y así hemos tenido el privilegio de oír cómo nos recitan sus poemas y nos comentan su obra Juan Ramón Barat, Vicente Gallego, Luis Alberto de Cuenca y Luis García Montero. Y el pasado 27 de abril, una poeta (o poetisa), AMALIA BAUTISTA.
Esta autora nace en Madrid en 1962, es Licenciada en Ciencias de la Información y publica su primer libro de poesía, Cárcel de amor, en 1988. Su obra hasta el día de hoy no es muy extensa (aunque sí muy intensa) y se encuentra publicada en 2006 con el título Tres deseos, en la editorial Renacimiento.
Un vicio de los críticos o antólogos es encasillar a cada autor en una determinada corriente literaria, a colocarle una etiqueta distintiva. Amalia Bautista nos confesó que, aunque no es demasiado amiga de encasillamientos, su poesía comparte muchos de los rasgos de la llamada “poesía de la experiencia” que abarca a un numeroso grupo de poetas que comienzan a publicar en los años 80 y que cultivan una poesía que se entiende, de ambientación preferentemente urbana y que cultiva temas realistas cercanos al vivir diario del poeta. En esta dirección se enmarcan todos los poetas que nos han visitado hasta ahora. Son poetas que reaccionan contra la poesía de la década de los 70, año de publicación de la antología de los “novísimos”, poetas como Gimferrer, Ana Mª Moix, José Mª Alvarez, Guillermo Carnero…. que no tienen otra pretensión que la palabra, creando una poesía hermética, con una finalidad puramente esteticista y muy alejada del latir humano, de la vida que les rodea. He aquí un breve ejemplo de ese estilo. Se trata de unos versos de Pere Gimferrer:
Una canción de ensortijados bucles,
una sedeña súplica llegaba
de las postales vagamente mitológicas,
nebulosamente impúdicas, de los rosados angelotes
-púrpura y escayola, rolliza nalga al aire –
que presidían los epitalamios.
Es bien clara la distancia entre esta poesía y la de nuestra autora, muy cercana a los ecos de los poetas de la experiencia, en especial a Luis Alberto de Cuenca, que también pasó por nuestro centro dejándonos un dulcísimo sabor de boca.
Amalia Bautista nos deja bien claro su visión de la poesía en estas palabras:
“En poesía como en cualquier actividad, no todo vale; que hay que aspirar a decir cosas, y no sólo palabras; que la originalidad no se alcanza por el simple hecho de pretenderla y que, una vez conseguida, no garantiza la calidad; y que prefiero la poesía inteligible porque aún no he conseguido emocionarme con lo abstruso ni con lo vacío”.
Esta cita no es una mera declaración de intenciones para quedar bien, sino que es el mejor resumen de su poesía, es algo que lleva a la práctica en todos sus poemas, en cada uno de sus versos: precisión y claridad o, como figura en el título de este artículo, esencia y transparencia. A.B. deja la poesía en su más pura esencia, en una desnudez casi total, pero lejos de rozar lo ininteligible precisamente por esa transmisión del concepto o el sentimiento en su núcleo capital, tiene el arte de crear un estilo diáfano, accesible, transparente que llega, y llega hondo a los lectores, aunque no estén acostumbrados a leer poesía. Hay un claro ejemplo de esa esencialidad en el poema más breve de su libro, de solo cuatro versos heptasílabos pero en los que aparece el sentimiento del amor reconcentrado en sólo tres conceptos: el alba, la noche y la mirada. Por la brevedad y concentración nos recuerda al mundo de los haikus. No se puede decir tanto en tan pocas palabras ni se puede decir mejor:
PIDE TRES DESEOS
Ver el alba contigo,
ver contigo la noche
y ver de nuevo el alba
en la luz de tus ojos.
Si entramos en Internet en la página dedicada a ella en www.poesíadigital.es, Jesús Beades afirma lo siguiente en relación con este breve poema:
“Entre estas cuatro paredes cotidianas respiran los versos de A.B., sin ir más lejos. Pero ¿de verdad a alguien le importan – de verdad – otras cosas? ¿no será esta una poesía esencial, porque es sincera?. Lo es, pero también porque su cauce expresivo es el más sencillo y claro, el menos afectado de la moderna poesía española”.
Y es que los sentimientos que expresa la autora giran, como ella misma nos declaró, en torno a los tres grandes temas del ser humano, aquellas tres heridas a que se refería Miguel Hernández: la del amor, la de la muerte y la de la vida. De las tres, nos decía A.B. el amor y el desamor te sacuden de los pies a la cabeza y la muerte es lo único seguro.
En uno de los poemas del libro, Al cabo, nos descubre una filosofía de la vida tan sencilla y profunda como su poesía. Es lo que Beades llama “minimalismo vital”, consistente en desnudar la vida de lo superfluo y quedarnos con lo esencial. El poema es un grito pero casi silencioso que nos invita a acabar con el afán de tener, de aparentar, de dirigir nuestros deseos a las pompas y vanidades y a centrarnos en lo único que de verdad importa: el amor y la muerte:
AL CABO
Al cabo son muy pocas las palabras
que de verdad nos duelen, y muy pocas
las que consiguen alegrar el alma.
Y son también muy pocas las personas
que mueven nuestro corazón, y menos
aún las que lo mueven mucho tiempo.
Al cabo son poquísimas las cosas
que de verdad importan en la vida:
poder querer a alguien, que nos quieran
y no morir después que nuestros hijos.
Ese desprendimiento de casi todo, quedándose solo con lo esencial, que aconseja para enfrentarnos con la vida, es también, como apuntábamos, lo que define a su obra poética, una obra que destila sinceridad y que tiene en ello uno de los condimentos de su belleza.
Pero es, sin duda, el amor lo que impregna la mayor parte de su obra, aunque no siempre hay que tomarse lo poetizado como sentido o experimentado por ella, pues en ocasiones no deja de ser como un guiño o una broma al lector. De todas maneras, en cuanto a su biografía personal nos descubrió haber vivido una relación amorosa que no acabó demasiado bien, aunque en su momento le proporcionó una época de felicidad.
Ese amor, lógicamente, se dirige a otro, a ese tú del poema siguiente, en el que aparecen otra vez amor y muerte mezclados, pues es aquel el único que da sentido a la vida y por el que merece la pena vivir, quitándole a la autora su único patrimonio. Otra vez el último verso nos lleva a la sorpresa, pues la palabra patrimonio no hace referencia a los bienes materiales, que, como hemos visto en el poema anterior, importan muy poco, sino a un bien tan poco patrimonial como las ganas de morirse. Pero si el final es sorpresivo, no lo es menos el comienzo y los tres primeros versos son de los que hacen sentir escalofrío a los amantes de la buena poesía: palabras al silencio, tacto a mi piel….:


Tú, que me diste todo, palabras al silencio,
tacto a mi piel, asombro a mi mirada,
calor y luz y fuerza y esperanza.
Tú, que creíste en mí cuando yo no creía
ni en mí ni en nadie ni en ninguna otra cosa.
Tú, que me diste más de lo que tienes
y más de lo que puedes. Tú,
que todo me lo diste, me has quitado
mi único patrimonio:
mis ganas de morirme.
En una situación en que se deja de creer incluso en uno mismo, es decir, cuando se está en un momento casi nihilista, sólo el amor, ese tú que lo da todo, puede ayudar a recuperar las ganas de vivir. Y es que la fuerza del amor aparece por doquier y, como apuntábamos antes, mezclado con la vida y con la muerte, y así lo declara al final de un poema que forma parte de Sobre el Cantar de los Cantares:
Porque el amor como el amor es fuerte,
más fuerte que la muerte y que la vida,
esclava soy de amor y de mi amado.
Es también el amor el que da titulo a su primer libro de poemas, publicado en 1988, Cárcel de amor. El título es también el de uno de los poemas que lo componen. Este fue precisamente el primer poema que, en una antología, leí de esta autora y es el que me puso sobre la pista de que estaba ante una escritora de talla. Porque empezando por una declaración de amor bastante tópica, llega a un desenlace sorprendente como casi siempre, pasando por la narración de una situación realmente chocante, que nos recuerda al Segismundo de La Vida es Sueño, encerrado por su padre en una torre y solo acompañado del guardián Clotaldo. La mujer así enclaustrada se rebela pero no con un grito desgarrado sino con una advertencia que hace pensar a su enamorado y que le debe hacer replantearse su conducta, si es que no quiere perder lo que ama.
CÁRCEL DE AMOR
De todas las mujeres que has tenido
que me quieres a mí más que a ninguna
es lo que dices siempre. Sin embargo,
ellas pudieron compartir tu cama.
Y a mí me has encerrado en este cuarto
en el que me visitas por las tardes.
Me traes dulces y libros, y me hablas
de arte y literatura. Al despedirte
me das un paternal beso en la frente
y así hasta el otro día. Y yo me quedo
sola y me aburro. Y echo en falta un hombre.
Por eso, no te extrañes ni me insultes,
amor mío, si vienes por sorpresa
y me ves abrazada al carcelero.
En estos versos aparece el amor también en su vertiente pasional, pues la mujer no se conforma ya con bellas declaraciones y con detalles de exquisitez y buena educación. Todo ello le produce soledad y aburrimiento. Ella necesita experimentar la pasión que va indisolublemente unida al sentimiento amoroso y lo declara sin tapujos: echo en falta un hombre. Pues en torno a esta pasión se desenvuelve el siguiente poema, seguramente el más sensual de todos, pues en él hay una descripción muy plástica pero tremendamente poética al mismo tiempo de la dimensión carnal del amor. La autora consigue moderar con delicadeza lo que podría haber dado lugar a un poema cargado de erotismo, bastante impropio dentro del tono general de contención de la obra de A.B. Pero otra vez es el final del texto lo que lo hace doblemente delicioso:
DÉJATE
Déjate seducir por sus mordiscos,
siente en su piel los pétalos de rosa
que saben ser sus labios cuando quiere.
Escucha su llamada y su silencio,
entrégate a sus gestos o a su ausencia
de gestos, y derrítete si puedes,
sin pudor, sin reparos ni vergüenza,
ante su invitación o ante la tuya.
Quema las normas de comportamiento,
despedaza la buena educación,
destroza las costumbres, rehabilita
por una noche al menos la locura.
Y un último detalle imprescindible
para que todo salga en condiciones:
procura que no sea tu marido.
Realmente todos y cada uno de los poemas contenidos en ese libro, Tres Deseos, su obra completa hasta hoy, merecerían un comentario porque en todos hay sentimiento, lirismo, musicalidad y… sorpresa. Si atendemos a su envoltura formal, como ella misma nos declaró en el coloquio, no utiliza ninguna estrofa de las que estudiamos en nuestras aulas, sino que la inmensa mayoría de sus poemas son sucesiones de endecasílabos blancos, es decir, sin rima. La escritora confesó que se había hartado de escribir sonetos en su adolescencia y que ahora estaba convencida de que bastaba el ritmo y de que no era necesaria la rima. Y encuentra en el endecasílabo el molde perfecto para echar afuera su inspiración.”El endecasílabo ayuda a que los versos sean memorables” afirmó. Como anécdota, nos confesó que se cartea con un amigo en endecasílabos. Sin embargo, a partir de 2004 empieza a usar versos de otra medida, especialmente heptasílabos.
Si se trata de definir su estilo, mejor que con palabras propias, acudimos al prólogo a la edición de su obra completa, realizado por Jorge Valdés, quien afirma:
“El suyo es un lenguaje poético de vigorosa transparencia. Su calidez y nitidez amalgamadas de forma preeminente al recurso de la temática cotidiana –y por tanto universal- ha contribuido a ensanchar el horizonte de las letras contemporáneas como a hacer más palpable la conciencia de nuestra época. Son suyos los diapasones de una métrica bien temperada, de una reafirmación que participa del mundo con los ojos abiertos, desde el interior de su propia movilidad y el exterior de su espiral concéntrica”.
En relación con el proceso de elaboración de cada poema, bajo esa sencillez tan patente, la autora nos confesó que le cuesta mucho dejar el poema acabado, que se le pueden pasar meses, que cada poema lo va “mascando mucho tiempo en la cabeza” y le va dando vueltas hasta dejarlo como nosotros lo conocemos ya publicado. Por ello, su obra es muy corta aunque, para gozo de los que amamos la poesía, este tipo de poesía tan cercana, esperamos que vaya dando a luz otros frutos de esa maravillosa inspiración y técnica con las que se han ido construyendo los versos que hemos leído y saboreado.
De cualquier forma desde este Centro podemos estar satisfechos de habernos acercado, a través de la presencia de Amalia Bautista entre nosotros, a ese mundo tan maravilloso de la poesía, algo que, según ella misma, no sirve para nada, no va a cambiar el mundo, no hace avanzar la ciencia o la técnica, pero que es, en sus propias palabras, “un acto revolucionario de libertad”.
JOSE S. CARRASCO MOLINA
Catedrático de Lengua del IES Diego Tortosa
Articulo publicado en la Revista ABACO 2007

viernes, 18 de enero de 2008

Me llamo barro, aunque Miguel me llame

ME LLAMO BARRO,
AUNQUE MIGUEL ME LLAME
Conferencia de José S. Carrasco Molina


Me llamo barro aunque Miguel me llame.
Barro es mi profesión y mi destino
que mancha con su lengua cuanto lame.


I . NIÑEZ
Miguel Hernández Gilabert nace el 30 de Octubre de 1910 en el número 5 de la calle de Arriba en la localidad de Orihuela, situada en a provincia de Alicante y en la vega baja del Segura.

Su padre, Miguel, era un hombre autoritario y duro. Su madre, Concepción, de carácter tímido y seco, s dedicaba a los trabajos de la casa y a intentar suavizar la actitud severa del padre en las riñas de familia. Tuvo cuatro hermanos : Vicente, Concha, Elvira y Encarnación.

De niño, aprende a cuidar el rebaño de su padre por los campos y sierras de Orihuela. “En medio de este ambiente, en que la vida salta a cada paso en bandadas de pájaros, avispas, saltamontes, hormigas y lagartijas, un día Miguelillo contempla maravillado el rito nupcial de las ovejas ; en otra ocasión, el nacimiento de un cordero hiere su infantil imaginación y queda fuertemente te grabado en su memoria. En toda su obra veremos la huella profunda de esta visión pura e inocente de lo sexual.”

En los años 1924-25 va a las Escuelas del Colegio de Santo Domingo de los Padres Jesuitas. Mientras tanto, sigue ejerciendo el pastoreo en los días libres y durante las vacaciones.

En 1925 abandona la escuela para dedicarse por entero al pastoreo . Toda su formación posterior es autodidacta.

Mientras el ganado pace, Miguel, recostado a la sombra de un almendro, lee escribe versos, levantándose de vez en cuando para llamar a una oveja arisca con una pedrada o un silbido.

II - ADOLESCENCIA Y JUVENTUD

A los 16 años, comienza sus balbuceos poéticos. La lectura llega a entusiasmarle. Luis Almarcha , que será después obispo de León, dice de él : “ No he tenido discípulo a quien haya causado más sensación Virgilio o San Juan de la Cruz.
Lee a todos los clásicos y es que, seguramente, la imagen de la huerta con su río le hace explicarse muchas cosas :
n Ve cómo el río Segura pasa y fluye sin descanso hasta llegar a su desembocadura, muy cerca. Y entonces comprende y saborea mejor los celebres versos de Manrique : “Nuestras vida son los ríos/ que van a dar en la mar/ que es el morir”.
n Ve cómo el río va regando los naranjos y limoneros de la huerta oriolana y cómo van creciendo y dando su fruto. Y así comprende aquel soneto de Garcilaso que refleja la conversión de Dafne en árbol y el dolor de Apolo viendo cómo crecía cuanto más lloraba.
n Ve de lejos el paisaje de la ciudad y allí, en medio de la huerta, se encuentra distante del ajetreo y sólo oye las campanas de alguna iglesia de Orihuela que tañen a lo lejos. Y entonces, tal vez, separado del movimiento y el ruido de la ciudad, disfruta y vive la Oda a la Vida retirada de Fray Luis.

Comienza a abrirse camino en los ambientes literarios de Orihuela. El primero es el horno de los Fenoll . Pasa largas horas de tertulia con su nuevo círculo de amigos : los hermanos Sijé ( Ramón y Gabriel), seudónimos de José y Justino Marín Gutiérrez ; los hermanos Fenoll, Carlos y Efrén, y su hermana Josefina, novia de Ramón.
“ Al calor del horno y bajo el aroma del pan tierno, se habla y se discute de temas literarios. El pastor recita sus versos y recibe las indicaciones de Ramón Sijé, muchacho de rara inteligencia y extraordinaria cultura. “

Ya en Junio de 1930, cuando apenas tenía publicados cinco poemas, José Mª Ballesteros escribe en un periódico oriolano lo siguiente ( Pag. 14)

El círculo de amigos le presta calor y aliento en medio de la incomprensión familiar, y le facilita actuaciones en público. Ramón Sijé, convertido en guía y maestro le da al adolescente lo que más necesitaba : orientación y libros.

III - PRIMER VIAJE A MADRID.
Miguel quiere ponerse en contacto con un mundo más amplio de horizontes intelectuales y literarios. Reúne sus ahorrillos y se lanza a la gran aventura de Madrid.
El 7 de Diciembre de 1931 ( 21 años), toma el tren para la capital. Un grupo de amigos sale a despedirle a la estación.
Pero en la capital no encuentra trabajo a pesar de que lleva varias recomendaciones. El dinero se le acaba en breve. Hace esfuerzos desesperados. Escribe una carta angustiada a Giménez Caballero, le expone su situación y le ruega con dignidad :
“Yo no puedo aguantar mucho tiempo. Si usted no me hace el favor de hallar una plaza de lo que sea donde pueda ganar el pan, aunque sea un pan escaso, con tristeza tendré que volverme a Oleza, a esa Oleza que amo con toda mi alma, pero que asustaría ver de a forma que, si no se interesa usted porque me quede, tendré que ver. Haga lo posible porque no sea, y cuente con mi agradecimiento. “
Ramón Sijé le busca dinero para la vuelta, que tiene lugar en Mayo de 1932, permaneciendo , pues, en Madrid casi medio año.
Durante este tiempo, puede tomar el pulso literario a la vida madrileña y captar la significación del movimiento neogongorino y de toda la poesía del 27.

IV - DESCUBRIMIENTO DEL AMOR

El año 1934 comienza su buena estrella. Obtiene trabajo en una notaría. En sus idas y venidas, descubre en un taller de costura a una muchacha que le llama la atención. Por fin se atreve a dirigirle la palabra. Es Josefina Manresa, hija de un guardia civil. El poeta queda enamorado de ella. Un día le entrega un soneto, el primer soneto dedicado a ella, que empieza con los versos : Ser onda, oficio, niña, es de tu pelo.
Miguel trata de resolver su situación económica, buscando independizarse de su familia para poder casarse.
Su amor se ha convertido en fuente de poesía y se va volcando e una serie de sonetos que posteriormente constituirán la obra “El rayo que no cesa”


V - SEGUNDO VIAJE A MADRID.

En Marzo de 1934, marcha de nuevo a la capital, pero esta vez se siente más seguro. Su nombre ya empieza a sonar en el mundo de las letras.
El problema económico lo resuelve inesperadamente y trabaja en la obra taurina de José María de Cossío, encargándose de recoger datos y redactar historias de toreros.

Sigue viviendo una intensa vida amorosa con Josefina. Hay entre ellos un intercambio epistolar en el que Miguel se queja de que ella le escribe poco o de que no le escribe con la pasión que el desearía.

Ramón Sijé acaba de fundar en Orihuela la revista El Gallo Crisis, de inspiración católica. Miguel colabora e incluso trata de vender, con escaso éxito, números de la revista entre sus amigos de Madrid.
El espíritu de Miguel Hernández, abierto y maleable, sabedor de los mucho que aún tiene que aprender de todos, se halla en Madrid sometido a mil influencias. ( su autodidactismo frente a los estudios universitarios de todos los del 27)

Y conoce a Neruda, hombre clave en su vida posterior y en su obra. Neruda llegó primero a Barcelona como cónsul de Chile en mayo del 34. Desde allí comienza a estrechar lazos con los poetas y escritores de Madrid. El 6-12-34 ofrece en Madrid una conferencia recital, que es presentada por Federico. Y, ya en febrero de 1935, tanto le atrae la capital de España, que se traslada allí como cónsul. (Pág. 272)

Miguel, lejos de Orihuela y de su círculo de amigos, se deja fascinar por Neruda y se entusiasma por un nuevo tipo de poesía y por su ideología social y política. “Ganas me dan de echarme puñados de arena en los ojos, de cogerme los dedos con las puertas, de trepar hasta la copa del pino más dificultoso y alto. Sería la mejor manera de expresar la borrascosa admiración que despierta en mí un poeta de este tamaño de gigante”.

En una serie de cartas se echa de ver el forcejeo continuo entre Ramón Sijé y Neruda. Sobre todo es la revista El Gallo Crisis la piedra de toque que separa los espíritus . “ Siento decirte que no me gusta El Gallo Crisis. Le hallo demasiado olor a iglesia, ahogado en incienso” le escribe Neruda. Y, en otra ocasión, “celebro que no te hayas peleado con EGC, pero esto te sobrevendrá a la larga. Tú eres demasiado sano para soportar es tufo sotánico - satánico “

Se va alejando de la práctica religiosa. “Se me ha olvidado Dios” llega a confesar. En el poema Sonreídme, invita el poema a sus amigos a felicitarlo por lo que él creía ser una liberación y el descubrimiento de un horizonte más aireado y sano para su poesía :
Me libré de los templos, sonreídme,
donde me consumía con tristeza de lámpara
encerrado en el poco aire de los sagrarios ;
salté al monte de donde procedo,
a las viñas donde halla tanta hermana mi sangre.

El problema social y político le influye decisivamente. En el ambiente revuelto y anticlerical de la República, Miguel identifica Iglesia y religión con capital y explotación del obrero.

VI - MUERTE DE RAMÓN SIJÉ

El 25 de Diciembre de 1935 muere inesperadamente en Orihuela Ramón Sijé. La consternación es grande en los círculos literarios de la ciudad. Miguel escribe una carta a don Juan Guerrero participándole su inmensa pena :
“Yo estoy muy dolorido de haberme conducido de haberme conducido injustamente con él en estos últimos tiempos..” “ Creo que no a habido ninguna persona de Orihuela que no haya sentido y llorado su muerte. Se disputaban los muchachos amigos nuestros el ataúd. Dentro de mi corazón se ha quedado vacío el rincón mejor”

El Ayto. De Orihuela decide dedicarle un aplaza y los amigos se reúnen para prestarle este homenaje póstumo. El 14 de abril del 36 se descubre la lápida de R. Sijé.

No parece sino que la misión del joven escritor oriolano había sido la de orientar , dirigir y descubrir el genio poético de Miguel. . Cuando este ha aprendido a abrirse camino, el muchacho extraordinario desaparece calladamente de la escena.
(Elegía)

VII - GUERRA CIVIL

Poco a poco va subiendo su fiebre amorosa. Escribe con frecuencia a su novia, le cuenta sus trabajos. Sus intervenciones en radio, sus éxitos y su odio creciente a la gran urbe. Toda las cartas no van fechadas en Madrid, sino en Amor.

El 16 de Julio del 36 le escribe contándole su última intervención radiofónica. El 17, una unidad de la Legión toma por asalto la Comandancia Militar de Melilla. En Madrid, no se le da importancia la hecho. Se considera una pequeña insurrección que se sofocará en breve. Evidentemente, no fue así.

Al declararse la guerra, Miguel se incorpora al ejército republicano, pero antes marcha a su pueblo a despedirse de los suyos.

El 13 de Agosto muere en Elda el guardia civil Manuel Manresa, padre de Josefina, por una herida en el cerebro causada por milicianos republicanos, el bando en el que luchaba Miguel. Otra nueva prueba para su amor.

Miguel combate en la provincia de Madrid.

El 9-3-37 se casan civilmente en Orihuela Miguel y Josefina,. Saliendo el mismo día para Jaén. Pero tienen que interrumpir su viaje de novios porque la madre de Josefina se pone gravemente enferma, y morirá en Cox a finales de abril.

Miguel viaja a Rusa con otros cuatro escritores. Se embarca el 28 de Agosto y vuelve el 5 de Octubre.

En Dicbre del 37 le nace su primer hijo, lo que le llena de alegría. Pero pronto se torna en dolor, pues a los pocos meses muere de una infección intestinal. El nacimiento del segundo el 4-1-39 le hace recuperar la alegría perdida.

Durante los últimos meses de la guerra, se encuentra desconcertado ante el hundimiento general que se presentía. Sus amigos le aconsejan que pida asilo en la Embajada chilena, a lo que él responde : “No me refugiaré jamás en una embajada. Me vuelvo al frente. “

Al finalizar la guerra, excesivamente ingenuo y desorientado, se dirige a Orihuela. Al fin, debió pensar que lo más seguro era atravesar la frontera. Pero, después de atravesada, al intentar coger el tren para Lisboa, lo detuvo la policía portuguesa que, sin reconocerle su calidad de refugiado político, le devolvió a la Guardia Civil española.

VIII - CÁRCEL Y MUERTE.

En enviado detenido a Madrid. Y el 18 de mayo de 1939 entra en la prisión de Torrijos.

Su vida en la cárcel se hace mas triste a causa de la situación económica de su mujer e hijo. El 12 de Septiembre de 1939 escribe a su esposa. “El olor de la cebolla que comes me llega hasta aquí y mi niño se sentirá indignado de mamar y sacar zumo de cebolla en vez de leche. Para que lo consueles te mando estas coplillas que le he hecho, ya que para mí no hay otro quehacer que escribiros a vosotros o deseseperarme “ Y escribe las Nanas de la cebolla.

Inesperadamente, a mediados de septiembre, es puesto en libertad. Pero corre a su destino trágico y, desoyendo la voz de sus amigos que el aconsejaban asilarse en una embajada, arrastrado ciegamente por el amor a su mujer y a su Manolillo, se dirige a Cox. Después , a Orihuela, donde saluda a su familia y amigos, come con Gabriel Sijé y, al salir de casa de este, el 29 de Septiembre de 1939, es detenido por un oficial del Juzgado.

Su vida pende de un hilo. A mediados de Julio se celebra su Consejo de Guerra y es condenado a muerte. Se revisa el proceso y se le conmuta a pena por 30 años de cárcel.

Tras una estancia en varias prisiones, es trasladado al reformatorio de Adultos de Alicante. Su situación allí es más llevadera. Logra entrevistarse y hablar con su esposa e hijo, que pueden salir de apuros con las 150 ptas. que de vez en cuando les envía la Embajada de Chile.

En diciembre de 1941, contrae una grave enfermedad ( tuberculosis) Miguel sufre, la fiebre lo debilita. En sus cartas , escritas en papel higiénico, pide alimentos, inyecciones, algodón, leche.

Y el 28 de Marzo de 1942, a las cinco y media de la mañana, después de un tierno recuerdo para su esposa, expira a los 31 años de edad. Sus últimos versos han quedado como testimonio de solidaridad con los hombres y la Naturaleza :
Adiós hermanos, camaradas, amigos,
despedidme del sol y de los trigos.

Recorrido amoroso por la lírica española








RECORRIDO AMOROSO POR LA LÍRICA ESPAÑOLA :

DE LAS JARCHAS A FEDERICO

Conferencia pronunciada por
JOSE S. CARRASCO MOLINA
7 de mayo de 1998

La literatura es el arte de conseguir la belleza a través de la palabra. Es , en primer lugar, un hecho estético, un producto bello de la mente humana, un objeto de la creatividad, cuyo fin primero es el de producir un placer estético gratuito.
Sin embargo, la literatura es algo más que un juguete que nos gusta y entretiene, la literatura no es un entretenimiento superfluo, sino esencial. Plantea directa o indirectamente los temas esenciales, da respuestas a esas cuestiones centrales que todo hombre o mujer se plantea según palabras de Magdalena Velasco Kindelán .

La función de la Literatura viene definida desde sus orígenes por la tensión dialéctica entre los conceptos horacianos de lo dulce y lo útil. En una buena obra literaria , las dos notas de placer y utilidad , no sólo coexisten, sino que se funden. Podríamos preguntarnos qué es más importante en ellas, si la belleza o la utilidad. Indudablemente, a mi entender, la Literatura se define por su dimensión estética. .
Pero toda obra literaria, junto a su componente estético, encierra una determinada concepción de la vida. La obra literaria ilumina, aunque sea parcialmente, la realidad, pues la verdad y la belleza son fuente de luz y de comprensión.

La obra literaria es un universo clausurado al cual se nos permite la entrada mediante el simple requisito de saber leer, extender la mano, tomar el libro y dedicar un tiempo a la lectura. El premio puede ser incomparablemente mayor que el esfuerzo. Entramos en un mundo nuevo, quizás distinto de nosotros en el espacio, en el tiempo, en la mentalidad ; conocemos a personajes, vivimos sus vidas, entendemos sus problemas, sus sentimientos y actitudes ; y así enriquecemos nuestras propias vidas con todas las vidas vividas por los personajes literarios.

El joven tiene necesidad de aprender a vivir. La Literatura puede ser su más adecuado banco de pruebas.
Sin embargo no todos los libros pueden ser leídos por una persona. La vida no da para tanto. Es preciso seleccionar. ¿Qué criterio seguir ? En mi opinión, lo que conviene es leer a los clásicos, es decir, a aquellos que han obtenido el consenso de generaciones y están salvados del olvido. Son aquellos libros que merece la pena conocer antes de morir, porque enseñan a vivir , a morir, a pensar, a soñar, a imaginar y, sobre todo , a amar.

Sobre todo a amar porque es el amor uno de los temas centrales de la Literatura. Especialmente de la poesía. Porque este ha sido desde siempre tal vez la mejor arma para que el hombre encuentre su desahogo ante el desamor, su lamento ante la ausencia, su desgarro ante el desprecio de la mujer amada y, en muy pocas ocasiones, también su alegría exultante por la posesión del objeto de su deseo. La literatura de mayor calidad humana, aquella con la que el lector tiende a identificarse más , es la que brota de una simbiosis de vida y creación. Y esa fusión nunca es tan plena como en la temática amorosa. Amor y poesía lírica son, pues, casi inseparables. Su íntima interdependencia nace de un estado emocional que necesita florecer en la palabra. Y, sin embargo, definir el amor o comunicar con palabras los sentimientos y las emociones que genera es harto difícil. Sus cualidades, sus alegrías, sus servidumbres, se sienten individual y oscuramente, y apenas se dejan encerrar en los estrechos cauces de la palabra.

Dice Luis María Ansón en el prólogo a su Antología de poesía amorosa. “ En Oriente y en Occidente, en el vasto mundo de la negritud o en la América precolombina, en la Grecia clásica o en el antiguo Egipto, entre los esquimales o los bantúes, entre los escandinavos o los malayos, entre los malgaches o los hebreos, entre los árabes o los polinesios, el amor es la médula absorta de la poesía y también de la poesía popular.

Es algo evidente que el amor está presente , bajo diferentes formas, en las diferentes etapas de la vida de cualquier hombre o mujer, se hace juguete en la infancia, pasión ilusionada en la adolescencia, proyecto de vida en la juventud, anhelo sereno en la madurez y dulce ternura en la ancianidad. Pues igual de omnipresente está en todas las etapas , tendencias o movimientos que configuran nuestra historia literaria.

Pero el amor no es un sentimiento cantado por el poeta de manera uniforme a lo largo de nuestra literatura. Son muchas las facetas, los puntos de vista bajo los que se le ha cantado. No es, por tanto, un sentimiento lineal, sino poliédrico. Cada poema esconde unas vivencias, unos sentimientos, diferentes de cualquier otro. Cada poema es el fruto de un estado de ánimo, a veces esporádico, otras veces permanente. Cada poema supone detrás una historia de pasiones correspondidas o rechazadas, de deseos satisfechos o insatisfechos. Muchos son los recursos retóricos empleados para tratar de expresar ese variopinto estado amoroso. Entre la gozosa exaltación erótica y la amargura producida por la frustración amorosa , hay innumerables posibilidades y matices. La expresión amorosa, como afirma Manuel Otero en su Antología de la lírica amorosa, va desde la libertad absoluta de la palabra al eufemismo y la perífrasis encubridora, desde la delicadeza de la visión idealizada a la procacidad rebelde y morbosa.

Escribir sobre el amor es también escribir sobre el misterio, sobre el enigma del hombre y la vida, sobre la muerte...Y, por ello, muchos autores que han intentado definir el amor han señalado lo contradictorio de su condición, pues es capaz de romper los moldes de la racionalidad y del sentido común.
Baltasar de Castiglione en su obra “El Cortesano” dice que “el andar ordinariamente amarillo y afligido en continuas lágrimas y suspiros, el estar triste, el callar siempre o quejarse, el desear la muerte, y, en fin, el vivir en extrema miseria y desventura, son las puras cualidades que se dicen ser propias de los enamorados.
En nuestra magistral obra del siglo XV, La Celestina , se dice de los enamorados que “ni comen ni beben, ni ríen ni lloran, ni duermen ni velan, ni hablan ni callan, ni penan ni descansan, ni están contentos ni se quejan”
El pensador Ibn Hazám de Córdoba dirá que “el amor destruye lo más recio, desata lo más consistente, derriba lo más sólido, disloca lo más firme, se aposenta en lo más hondo del corazón y torna lícito lo vedado”.

Y, con estas premisas, os invito a realizar juntos un recorrido que yo he calificado de “amoroso” por la lírica española, teniendo en cuenta siempre que de lo que se trata no es de desmenuzar la poesía, de realizar una autopsia sobre ella, sino de recrearla, gozarla y, en definitiva, vivirla. Hemos de dejarnos arrebatar no ya por lo que unos versos nos dicen, sino por la música que desprenden, porque la poesía es, fundamentalmente, música. Cada poema es como una pieza musical en pequeño, cuya armonía nos transporta y nos eleva.

En la Literatura española, el tema del amor aparece ya en los primeros versillos en un idioma aún naciente, que se encontraba todavía en pañales, pero que ya quería dar muestras de vida, quería demostrar su capacidad de expresar los más íntimos sentimientos. Y así, en las JARCHAS, se nos muestra el desgarro amoroso de la mujer a la que la ausencia del amado le ha sumido en un profundo dolor . Por tanto, amor y aflicción aparecen unidos desde los primeros balbuceos de nuestra literatura.
Tanto amar, tanto amar,
amado, tanto amar.
Enfermaron mis ojos refulgentes,
duelen con mucho mal.
En otra ocasión, la joven no encuentra solución a su desamor, se encuentra desesperada y tiene necesidad de contarle a alguien su pena, confesando que la vida ha perdido su sentido :
Decid, vosotras, ay hermanillas,
cómo he de contener mi mal.
Sin el amigo no viviré,
¿dónde iré a buscarlo ?

Estamos muy cerca del sentido lírico que un mundo occitánico, desde su centro en el Sur de Francia, va a difundir por Europa . Es una poesía que se basa en un código amoroso realmente interesante que se conoce como amor cortés y que, aunque nace en la Provenza francesa, tiene sus repercusiones en gran parte de nuestra lírica peninsular posterior. Se trata de una concepción del amor que posiblemente, con nuestra mentalidad materialista, nos cueste trabajo asimilar y comprender. No es el “amar para”, sino el amar por”. El amante se somete a la dama, que aparece lejana y distante, altiva y caprichosa, que exige esclavitud y total sumisión por parte del amado, que se humilla, arrodilla o se ofrece como esclavo, rindiendo su voluntad a la superioridad de la amada, y, además, con la particularidad de que esta es una dama casada a la que el enamorado nunca podrá conseguir. Surge por ello el sufrimiento amoroso que es sentido como un gozo. Y así, podemos encontrar algunos versos como los siguientes :
Me complace si ella me escarnece
o se burla de mí por detrás o por delante.
¡Ay de mí ! ¡qué suavemente me mató ! (Cercamón)

Aunque el amor me atormente y me mate,
no lo lamento nada . (Sordel)

Que el mal me es dulce y sabroso. (Guillem de Cabestany)

En los verdes prados gallegos, en la paz de su paisaje, en medio de la dulzura de sus gentes y de la musicalidad de su lengua, nacen las CANTIGAS DE AMOR Y DE AMIGO, en las que el caballero o la mujer se desahogan de sus sufrimientos amorosos. La mujer no se conforma con llevar por dentro el desamor, la ausencia y necesita compartirlo con alguien o con algo. En este caso son las flores las que se ofrecen gustosas para escuchar los lamentos :
Ai flores , ai flores do verde pino,
se sabedes novas do meu amigo ?
Ai flores, ai flores do verde ramo,
se sabedes novas do meu amado ?

Al igual que se cantaban los amores en la España mozárabe o en Galicia, también en Castilla se hacían juegos galantes de amor en cancioncillas populares como las albas. Forman parte de lo que se llama “lírica tradicional”, que no aparece por escrito hasta el siglo XV, pero que tiene un evidente parentesco espiritual y artístico con las primitivas jarchas mozárabes y con las cantigas gallegas. En esta alba, se nos presenta la picardía de la mujer, después de una noche de amor, invitando al amado a que aproveche el amanecer para salir sin ser visto. Ya no es el amor en ausencia, sino gozado en plenitud :
Ya cantan los gallos,
amor mío y vete ;
mira que amanece.
Vete, alma mía,
más tarde no esperes,
no descubra el día
los nuestros placeres.
Mira que los gallos,
según me parece,
dicen que amanece.
La poesía cancioneril es heredera de los trovadores provenzales y reelabora sus mismos tópicos ; así la absoluta dependencia del enamorado con respecto a la amada, de la que se convierten en servidor. Asimismo, el enamorado pierde la libertad y hasta la razón, sufriendo en su apasionamiento amoroso una total enajenación de los sentidos, pues, según expresa un poemilla tradicional :
Los hombres de amor tocados
ni sienten, ni oyen, ni ven.
En el siglo XV, el Marqués de Santillana, que pertenecía a la familia de los Lara, una de las más importantes de Castilla, todo un señor, no tiene inconveniente en mostrar su disposición a convertirse hasta en pastor con tal de conseguir el amor de una serrana, a la que describe con gran delicadeza :
Mas vi la fermosa
de buen continente,
la cara plaziente,
fresca como rosa,
de tales colores
cual nunca vi dama
nin otra, señores.
Cuando le pide amor y ella le responde que van tras ella dos pastores, que también reclaman su amor, todo un marqués le responde :
Señora, pastor
seré si queredes,
mandarme podedes
como a servidor.
Es decir, el amor es capaz de convertir hasta a un noble en un humilde pastor, venciendo cualquier prejuicio social.

Y siguiendo en el siglo XV, con una lengua aún vacilante, pero ya mayor de edad, JORGE MANRIQUE también habla de amor, también siente necesidad de desahogar en versos su sentimiento. Hombre por fuera batallador, guerrero, fuerte , fiel imitador de su padre ; pero, por dentro tocado por el amor, amor que envuelve con la guerra. Es un guerrero que ama o un amante que guerrea. En todo caso, un poeta que , se encuentra con la necesidad de definir el amor y lo pinta como una continua contradicción , que no se deja someter al imperio de la razón :
Es plazer en que hay dolores,
dolor en que hay alegría,
un pesar en que hay dulzores,
un esfuerzo en que hay temores,
temor en que hay osadía.
Pero aún se muestra más sencillo y delicado, despojándose de su guerrera, cuando imagina y recrea poéticamente una situación enternecedora, como el encontrarse , tal vez de madrugada, con el beso inesperado de la mujer amada, de la amiga, como él la llama. El colofón del poema, casi una moraleja, lo equipara a los grandes trovadores provenzales, mensajeros del amor por toda la Europa medieval :
Más placer es que pesar
herida que otro mal sana ;
quien dormiendo tanto gana,
nunca debe despertar.

Seis años más joven que Manrique es otro poeta mucho menos conocido, Pedro de Cartagena. Muere muy joven, a los treinta años, y lo hace después de haber sentido seguramente el amor en su estado más apasionado, un amor que le afecta tanto que provoca en él una frustración y un desasosiego continuos y no sabe dónde encontrar refugio o consuelo :
¿A dó iré, triste, que alegre me halle,
pues tantos peligros me tienen en medio ?
Que llore, que ría, que grite, que calle,
ni tengo, ni quiero, ni espero remedio :

La Edad Media llega a su ocaso, y soplan nuevos aires en España y en Europa, nuevos aires inspirados en un mundo que parecía ya acabado, pero que vuelve con todo su furor : el mundo grecolatino. El Renacimiento descubre para el arte la belleza de los cuerpos desnudos a través de la evocación de ninfas, dioses y héroes de la mitología grecolatina.
Y, fiel ejemplo de este Renacimiento, amanece ,con el siglo, Garcilaso, cerca del Tajo, en la ciudad imperial toledana. Hombre de armas y de letras, hombre tremendamente ocupado en sus batallas y en sus libros, pero que no encuentra, a pesar de todo, su vida colmada sin amor. Caballero a quien Alberti quisiera servir de escudero si volviera. Su inteligencia encuentra consuelo en la cultura, su voluntad en el combate, pero su corazón necesita llenarse con el sentimiento amoroso hasta tal punto que nos descubre en una de sus églogas no ya que echa de menos la presencia de la amada, sino que la vida no tiene sentido sin ella :
Estoy muriendo, y aún la vida temo ;
témola con razón, pues tú me dejas,
que no hay sin ti el vivir para qué sea.
En el Renacimiento se lleva a cabo una gran revolución poética que afecta tanto a las estrofas y a la métrica como a los temas. La ruptura con la tradición del “amor cortés”, cuya pista venimos siguiendo desde hace ya tres siglos, no es absoluta. Así, en Garcilaso, volveremos a encontrar la actitud de sublimación de la mujer y el determinismo amoroso que anula la voluntad y la libertad del poeta :
Yo no nací sino para quereros ;
mi alma os ha cortado a su medida ;
por hábito del alma misma os quiero.

Cuanto tengo confieso yo deberos ;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.

Y junto a la orientación terrena del amor garcilasiano por Elisa, el amor a lo divino de San Juan de la Cruz. No encuentra mejor símil para expresar el deseo del alma de unirse a Dios que el de la esposa que va en busca de su Amado para llegar a la unión íntima y total como dos amantes que se entregan en el acto amoroso diluyéndose uno en el otro. San Juan de la Cruz no había tenido la experiencia del éxtasis amoroso del amor humano, pero había leído el Cantar de los Cantares y en la obra cumbre de la lírica mundial, el Cántico espiritual, la Esposa está pidiendo a gritos el encuentro con el Amado directamente, sin intermediarios y quiere descubrirlo, no le vale más consuelo que su presencia :
Ay, ¿quién podrá sanarme ?
Acaba de entregarte ya de vero.
No quieras enviarme
de hoy más mensajero
que no saben decirme lo que quiero.

Descubre tu presencia,
máteme tu vista y hermosura.
Mira que la dolencia
de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.

Pero el gusto renacentista por el equilibrio, el orden, la luminosidad, el optimismo, la exaltación hedonista...quedan desarticulados por la pasión y la desmesura del Barroco. Crisis, pesimismo y contraste son las tres palabras que mejor definen este momento histórico y cultural. Y el mejor ejemplo, el autor que mejor hace realidad no sólo literaria sino vital, estos tres rasgos es, sin duda, Quevedo.
Don Francisco de Quevedo y Villegas vive en continua crisis, se enfrente a la vida con un pesimismo atroz y es la personificación del contraste en su vida y en su obra. Por ello, cuando busca algún elemento en la naturaleza con el que comparar su situación , lo encuentra en el volcán Etna, porque esconde dentro de la nieve , el incendio de su amor, porque está helado por fuera, pero hirviendo por dentro. El contraste, siempre el contraste. El Quevedo misógino, que se ríe y se burla de la mujer pero que, al mismo tiempo, arde en pasión amorosa. Y que habla del amor como algo eterno que será capaz de vencer el río Leteo, el río del olvido. Es el amor que no conoce límites en el tiempo. Ya lo había dicho San Pablo : “El amor no pasa nunca” y lo dirá en el siglo XX Luis Cernuda
No es el amor quien muere,
somos nosotros mismos”.
Pero Quevedo, entre uno y otro, escribe uno de los mejores sonetos amorosos de la lírica castellana, cuyos tercetos dicen así :
Alma a quien todo un dios prisión ha sido ;
venas , que humor a tanto fuego han dado,
medulas, que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejarán, no su cuidado ;
serán ceniza, mas tendrán sentido ;
polvo serán más polvo enamorado.

Y, junto al Quevedo conceptista, el Góngora culterano, el creador de las más bellas imágenes, el que es capaz de hacer acrobacias con el lenguaje, pero el que está exento de esa dimensión de vibrante intimidad de Quevedo. En Góngora el amor es descripción, es complicada belleza que se nutre en el arte y no en la vital pasión. El poeta cordobés advierte a los amantes para que lleven cuidado y no se dejen embaucar por el amor. La boca de la mujer que se brinda a que se la bese es una trampa en la que no se debe caer si se quiere seguir viviendo, porque, según él, está el Amor, con su veneno armado, como una serpiente escondida entre flor y flor. Y termina el soneto, refiriéndose a los colores del rostro, las rosas que él llama, que nos deslumbran y nos seducen, pero que son un cebo para incautos :
No os engañen las rosas, que a la Aurora
diréis que, aljofaradas y olorosas,
se le cayeron del purpúreo seno.

Manzanas son de Tántalo, y no rosas,
que después huyen del que incitan ahora,
y sólo del amor queda el veneno.

Pero el gran amador del siglo XVII y quizás de toda nuestra literatura es el Fénix de los Ingenios, el Monstruo de la Naturaleza, Lope de Vega. Su corazón no deja de enamorarse y desenamorarse, de conquistar y ser conquistado, de vencer en las batallas del amor y ser vencido. Aventuras, conquistas, engaños, se suceden sin pausa, al igual que se suceden las obras de teatro que salen de su pluma tan rápidas como las palabras galantes de su boca. Y, en una vida tan entregada al amor, tal vez, en uno de sus pocos momentos de enfrentamiento consigo mismo, de reflexión sobre su apasionada vida, siente la necesidad de definir el amor, como la había sentido Manrique en el siglo XV y Quevedo en su siglo y, al igual que ambos, lo ve como una confusión de sentimientos contrarios, que se atropellan en el corazón : la alegría y la tristeza, la humildad y la soberbia, la traición y la lealtad, la vida y la muerte. ..,Y ante tanta mezcolanza, , al final del soneto, nos da la clave, por otra parte muy lógica, para poder identificar si lo que se siente es o no el verdadero amor :
Huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño.

Creer que un cielo en un infierno cabe ;
dar la vida y el alma a un desengaño ;
esto es amor ; quien lo probó, lo sabe.
Y a Lope llega profunda, intensamente, el amor de Marta de Nevares, el gran y distinto amor de Lope, cuando éste, ya sacerdote, está cubriendo la última estación de su vida. Marta es joven, tiene apenas veintiséis años, está casada con un grosero hombre de negocios y el poeta sabrá acercarle todo un amor y palabra que no ha tenido en su matrimonio. Por fin, muerto su marido, Marta pasa a vivir a casa de Lope. La amada no es sólo el último y más encendido amor de Lope, sino la mujer donde comienza a sentir la despedida de la vida y en cuyo amor recupera aquel ardor que sintiera junto a Elena Osorio en sus años más juveniles y que ahora vuelve a vivir pero teñido de melancolía, y así se lo hace sentir a Juan de Arguijo :
Mas cuando un hombre de sí mismo siente
que sabe alguna cosa y que podría
comenzar a escribir más cuerdamente,

ya se acaba la edad y ya se enfría
la sangre, el gusto, y la salud padece
avisos vacíos, que la muerte envía.
Con Marta aprende cómo el tiempo fue ido y esa fuga carga de mayor intensidad el presente de cada jornada, en el que, sin embargo, encuentra siempre la alegría de vivir. Pero un día, aquellos verdes ojos de Marta de Nevares comienzan a perder su luz y a cegarse. Es una terrible y lenta enfermedad que, más tarde, acabará en locura. Las octavas de la égloga A Amarilis van registrando el cruel proceso :
Así estaba el Amor, y así la miro
ciega y hermosa, y con morir por ella,
con lástima de verla me retiro,
por no mirar sin luz alma tan bella.

Pero el Barroco salta fronteras y cruza el mar, y llega a Hispanoamérica. Y allí, en Méjico, en la segunda mitad del siglo XVII, aparece la personalidad de SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ. Mujer de extraordinaria belleza exterior e interior, de gran atractivo por dentro y por fuera. Inquieta, culta, inteligente, tanto que, a los diecisiete años, fue capaz de llenar de asombro, por su sabiduría, a todo un tribunal de profesores, teólogos, filósofos y humanistas. Ella sintió el amor humano y el divino y los sintió con pasión y vehemencia. Y en algunos de sus sonetos de amor, introduce un esquema bastante original, pues se coloca en medio de un fuego cruzado : un amante a quien no corresponde y un ser amado que no le corresponde. Encuentra en el diamante la mejor imagen para expresar la dureza que transmite y que recibe al mismo tiempo :
Al que ingrato me deja, busco amante ;
al que amante me sigue, dejo ingrata ;
constante adoro a quien mi amor maltrata ;
maltrato a quien mi amor busca constante.

Al que trato de amor hallo diamante ;
y soy diamante al que de amor me trata ;
triunfante quiero ver al que me mata
y mato a quien me quiere ver triunfante.
En el Barroco, en suma, brilla y florece el genio artístico como en ninguna otra etapa de nuestra historia literaria. Sus grandes figuras no bastan para resumir una época tan rica en poesía y donde la lírica amorosa conoce tantos tonos, tantos matices y tantas voces originales que sería muy prolijo enumerar.

El siglo XVIII pasa prácticamente en blanco. Y es que la reflexión no casa fácilmente con el amor, la lógica no se puede aliar con la pasión, el pensamiento no se asocia con la poesía. Esta es considerada como un pasatiempo poco serio. Y los Moratín, Cadalso, Jovellanos...prefieren encubrir los sentimientos y dedicar su vida a la reflexión fría y serena sobre la sociedad de su tiempo.

Pero la pasión sigue latente y, como un Guadiana, rebrota en los románticos del SIGLO XIX. Tras la frialdad neoclásica, la explosión y el desbordamiento de los sentidos. Amores imposibles, vivencias apasionadas. Raptos, duelos, suicidios, todo es válido para echar afuera la lava del volcán interior que se encuentra ardiendo. Poesía de misterio, ambientes de ultratumba, paisajes del más allá. El poeta busca ahora evadirse de la realidad, huyendo a mundos ideales de la fantasía, del oriente exótico o de la remota y misteriosa Edad Media ; rompe los esquemas y normas estéticas que imponen barreras a la absoluta libertad creadora del artista ; pero choca, una y otra vez, con la realidad vulgar, que lo limita y le hace sentir el abismo que separa su deseo inalcanzable de la verdad frustrante de su entorno. El sentimiento de angustia y desesperación fue un tópico de la lírica romántica, el mal del siglo, que condujo a algunos soñadores románticos al suicidio. Esta insatisfacción se hace más patente en el tema amoroso. Los apóstrofes, imprecaciones y lamentos se acumulan, como podemos constatar en “A Jarifa en una orgía” de Espronceda :
Trae, Jarifa, trae tu mano,
ven y pósala en mi frente,
que en un mar de lava hirviente
mi cabeza siento arder.
Ven y junta con mis labios
esos labios que me irritan,
donde aún los besos palpitan
de tus amantes de ayer.

Dentro de la liberación romántica, aparece también la poesía amorosa escrita por mujeres, con un especial sello femenino, destacando Gertrudis Gómez de Avellaneda y, sobre todo, Carolina Coronado. Esta fue una mujer acicalada que amaba las fiestas y los salones, y ese mundo de tertulias y saraos donde el amor hacia el joven galán, siempre desde lejos, puede arder muchas noches. Su poesía refleja la libertad y el gusto por la pasión del romanticismo :
¿Cómo te llamaré para que entiendas
que me dirijo a ti, dulce amor mío,
cuando lleguen al mundo las ofrendas
que desde esta oculta soledad te envío ?

Y, ¿por qué de mi vista has de esconderte ;
por qué no has de venir si yo te llamo ?
¡Porque quiero mirarte, quiero verte
y tengo que decirte que te amo !

Bécquer, en la segunda mitad del siglo XIX, pone un poco de orden en el maremagnum de pasiones sin control y, aunque siente por dentro una pasión muy profunda, la refleja en versos tan quebradizos como su salud, tan frágiles como su vida. Rimas sentidas, sencillas, sinceras. Rimas para los amantes de entonces, de ahora y de siempre, para los enamorados del pasado, del presente y del futuro. Rimas que encierran un sentimiento sutil y delicado y que, por ello, tienen asegurada su perennidad. No hay en ellas metáforas atrevidas, imágenes deslumbrantes, figuras coloristas ; todo es contención, serenidad, equilibrio. Tal vez, a lo más que se atreve es a desentrañar la identidad del fenómeno de la poesía :
¿qué es poesía ? Dices mientras c lavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿qué es poesía ? ¿y tú me lo preguntas ?
Poesía eres tú.
A veces, canta la exaltación gloriosa de un encuentro fugaz :
Hoy la tierra y los cielos me sonríen,
hoy llega al fondo de mi alma el sol,
hoy la he visto..., la he visto y me ha mirado..
¡hoy creo en Dios !
La poesía del autor sevillano parte de los temas y de los sentimientos típicos del Romanticismo, pero los lleva más allá, los depura en estilo y lenguaje. Es el primer poeta español que contacta plenamente con el romanticismo alemán. Es la suya una poesía muy trabajada, que se convierte en una búsqueda. Pero esa búsqueda, esa ansia halla una barrera : la palabra. La palabra es insuficiente para expresar el deseo del poeta. Cuando murió, Bécquer era sólo apreciado y reconocido por unos cuantos. Después cayó en un largo olvido, del que vinieron a sacarle, ya en nuestro siglo, Machado y , sobre todo, Juan Ramón Jiménez.

Con los años finales del siglo XIX, se inicia una nueva y decisiva corriente poética, que reacciona contra el espíritu pragmático de la burguesía industrial y contra el realismo artístico que aquella propugnaba. El Modernismo es aventura y riesgo frente al conformismo, novedad y música, color y fascinación por las lejanías ; es estética del lujo, compromiso con el arte, renovación de ritmos y modos.
Rubén Darío transporta a España desde su patria nicaragüense los nuevos aires modernistas, que son como un cuento de hadas que nos lleva a un mundo ideal, soñado, y que está lleno de una lujosa sensualidad que lo envuelve todo. Ejemplo bien claro es un soneto alejandrino, en el que presenta, dentro del exotismo decadente de París, a una amada lilial, en un ámbito a la par refinado y algo así como delicuescente, y del que extraemos los ocho primeros versos :
En invernales horas, mirad a Carolina.
Medio apelotonada, descansa en el sillón,
envuelta con su abrigo de marta cibelina
y no lejos del fuego que brilla en el salón.

El fino angora blanco, junto a ella se reclina,
rozando con su hocico la falda de AlenÇon,
no lejos de las jarras de porcelana china
que medio oculta un biombo de seda del Japón.

Pero es nuestro siglo, el siglo XX el que rompe moldes, el que atraviesa fronteras, el que busca y encuentra las imágenes más originales, los conceptos más atrevidos, las metáforas más sorprendentes. La creación poética no conoce límites. Es fundamentalmente a partir de los años veinte, una vez extinguida la llamarada modernista, cuando un conjunto de jóvenes poetas dará lugar a algunos de los más hermosos frutos que jamás haya cosechado la lírica en lengua española. Pero no sólo la revolución de la palabra y la imagen poética alcanzan la plenitud en estos años ; el propio sentimiento amoroso rompe tabúes y se hace más libre, más plural. El poeta mira a su alrededor y asocia su sentimiento con cualquier elemento de la Naturaleza. E incluso PEDRO SALINAS, el poeta del amor, en uno de sus poemas, echa mano de la gramática y muestra su deseo de vivir nada menos que en los pronombres, pero quedándose sólo con la primera y segunda persona del singular, es decir con el yo/tú :
Para vivir no quiero
islas, palacios, torres,
¡qué alegría más alta :
vivir en los pronombres !
No cabe duda de que sus libros “La voz a ti debida” y “Razón de amor” son hitos fundamentales no sólo en la poesía amorosa del siglo XX, sino en toda nuestra historia literaria. Al primero de ellos pertenece el siguiente poema, sin duda, uno de los más conocidos de Salinas. Al final de su lectura, lo que perdura es el recuerdo del beso, la sensación de besar, pues la amada pierde corporeidad, diluyéndose. Queda el beso de la memoria, que es más duradero que el real, que pasa como un relámpago :
Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios. Densos,
rojos. Fue un beso tan corto
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más.
El tiempo
después de dártelo
no lo quise para nada
ya, para nada
lo había querido antes.
Se empezó, se acabó en él.

Hoy estoy besando un beso ;
estoy solo con mis labios.
Los pongo
no en tu boca, no, ya no
- ¿adónde se me ha escapado ? -.
Los pongo
en el beso que te di
ayer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura este beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos.

LUIS CERNUDA nació en Sevilla, como Bécquer, como Machado y allí empieza a entrar en contacto con el mundo mágico de la poesía. Toda su obra aparece reunida con un título, “La realidad y el deseo”, tremendamente expresivo y definidor de un estado de ánimo, de una situación vital. De él dice Federico que “no habrá escritor, si es realmente escritor, manejador de palabras, que no quede admirado del encanto y refinamiento con que une sus vocablos para crear un mundo poético propio”. Y es que Cernuda se mueve entre la realidad y el deseo, entre lo vivido y lo soñado, entre lo real y lo imaginado. Sólo el amor es capaz de hacerle olvidar su dolorida existencia y quisiera ser prisionero del amor, pues es la forma de conseguir, según él, la verdadera libertad. Al final, nos recuerda a Garcilaso, (yo no nací sino para quereros) cuando habla del amor como razón de su ser, como justificación de su existencia , pues ni la vida es vida ni la muerte es muerte si no se ha conocido el amor :
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso
en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío :
alguien por quien me olvido de esta existencia
mezquina,
por quien el día y la noche son para mí lo que
quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad porque muero
Tú justificas mi existencia :
si no te conozco, no he vivido ;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Y de Sevilla a Orihuela, del Guadalquivir al Segura muy cerca de su desembocadura, de Cernuda a Miguel, el poeta pastor oriolano. Rodeado de cabras y ovejas, con los naranjos y limoneros como cómplices y testigos, con el olor a azahar en aquella feraz huerta y siendo apenas un adolescente, lee y escribe. Y se lleve en el morral , desde su casa, a los clásicos, a Quevedo, a Góngora , a Garcilaso. Y los va devorando y asimilando. Y se emborracha de sus metáforas y queda embebido con sus imágenes y resulta hipnotizado con sus juegos verbales. Y pronto empieza a dar a luz sus primeros versos. Pero necesita un guía y lo encuentra en un joven algo mayor que él, pero universitario y de recia formación, Ramón Sijé. Y en el horno de los Fenoll, leen, devoran, reviven la poesía. Y pasa el tiempo y Miguel se enamora. Y se esfuerza por lograr versos, llenos de sentimiento y de valor poético al mismo tiempo, para que Josefina se deleite con su lectura. Esta que sigue no es, desde luego, su mejor composición pero parece ser que fue el primer soneto que le dedicó a su amada ; tal vez, por ello, sea el más sentido, aquel en que echó afuera con mayor sinceridad todo lo que había ido almacenando en el corazón :
Ser onda, oficio, niña, es de tu pelo,
nacida ya para el marero oficio ;
ser graciosa y morena, tu ejercicio,
y tu virtud más ejemplar, ser cielo.

Niña, cuando tu pelo va de vuelo,
dando del viento claro un negro indicio,
enmienda de marfil y de artificio
ser de tu capilar borrasca anhelo.

No tienes más quehacer que ser hermosa,
ni tengo más festejo que mirarte,
alrededor girando de tu esfera.

Satélite de ti, no hago otra cosa
si no es una labor de recordarte.
¡Date presa de amor, mi carcelera !
Miguel, en este soneto, rompe con toda lógica. Su situación de enamorado hasta los tuétanos, le hace pisotear la razón. ¿es que ser graciosa y morena es un ejercicio ? o ¿en qué consiste la virtud de ser cielo ? o ¿es un quehacer acaso ser hermosa ? . Y, finalmente, una admiración que es un mandato que rompe los esquemas. Los papeles se intercambian y la carcelera, la que tiene las llaves de la prisión, la que dispone de la libertad del prisionero, se convierte ella en presa, pero presa de amor. Ese juego poético de la libertad y la prisión es bastante socorrido en la lírica amorosa. En el poema anterior, también Cernuda entendía la libertad como la posibilidad de estar preso, pero en el ser amado.

Y llega FEDERICO GARCÍA LORCA, con su amor oscuro. Este año, hay que volver a Federico. Cien años del nacimiento de esta figura mítica, cuya vida está marcada por dos fechas trágicas para la Historia de España : 1898 - 1936. Nace el año del desastre colonial que sume a nuestra nación en una tremenda depresión y muere a poco de comenzar esa guerra fratricida entre las dos Españas. Y, como diría Machado, una de las dos Españas le heló el corazón. Federico, ídolo, faro y guía para sus amigos, poetas, aficionados y seguidores de la literatura y de la vida. Federico, de quien Dulce María Loynaz, autora cubana, dice que se le quedaron grabados sus ojos, su forma de estrechar la mano y su modo de recitar la poesía. Federico, el que canta a los gitanos, a Nueva York, a Granada y, por supuesto, al amor. Federico, el joven culto, instruido, pero cercano a las gentes del pueblo ; Federico, el conocedor del mundo teatral, el que dominaba el piano, pero el que se entretenía y aprendía conversando largos ratos con los criados y campesinos de su mundo granadino. Federico, el que canta la pasión amorosa en sus Sonetos del amor oscuro. Muy pocos sonetos en nuestra lírica amorosa se pueden comparar con ellos, con su profundidad, su lírica vehemencia, su delicado desgarro, su poético dolor. En ellos manda a su amor una paloma o habla por teléfono con el amor o teje una guirnalda de rosas o le pide a su amor que le escriba una carta, con un soneto, que acaba así, recordando incluso a San Juan de la Cruz :
Llena, pues, de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.
Pero su sufrimiento es tan hondo que no le importa rebajarse y usar la imagen de un gusano para ejemplificarlo, un gusano que busca una flor, pulpa o arcilla para alimentarse. Y no sólo se hace gusano, también se define como perro, como guardián fiel, compañero inseparable, como ese otro de Garcilaso que se encontraba ausente de su amo y no encontraba consuelo, hasta que al final el poeta toledano le dice que vuelva la cabeza a sus propio sufrimiento, que es mucho mayor que el de un animal. Y Federico se vale de estas y otras imágenes para expresar su miedo y su pena, su dulce queja :
Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua, y el acento
que me pone de noche en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.

Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas, y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla
para el gusano de mi sufrimiento.

Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,

no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.

Pero, aunque sea traicionar el título de esta charla, hemos de seguir ; no nos vamos a detener en el joven poeta granadino. Pues, junto a Federico y los demás poetas del 27, emerge la figura gigantesca de PABLO NERUDA. Huracán poético y político que arrastra a estos jóvenes ilusionados, especialmente al poeta-pastor de Orihuela. Canta a la Naturaleza virgen de su tierra andina, a la situación injusta de los desheredados, pero también al amor. Y logra construir veinte poemas de amor y una canción desesperada que destilan las mejores esencias de una poesía moderna pero clásica, atrevida pero atrayente, estridente pero sutil. De entre todos ellos, el más conocido, el más leído, recitado y quizás vivido es el número 20. Es el poema de la paradoja , de la duda inquietante, de la interrogación hecha vida. Es el poema de la margarita que se deshoja ¿aún la quiero o ya no la quiero ?. Es el poema que hace encontrar plenitud en la presencia del ser amado y hallar sentido y consuelo a la ausencia. ¡Qué pena que no llegaran a tiempo de leerlo los sufridos trovadores del amor cortés ! Tras leer a Neruda, se descubre que el mejor antídoto, la mejor vacuna contra el mal de ausencia, tan cantado desde siempre, que ya aparece en la primera jarcha, no es la rebeldía, el llanto o la tristeza sino la poesía, su poesía. El poeta empieza intentando hacer unos versos salidos, como casi siempre ocurre, de la tristeza y con la noche como marco, pero no la noche centelleante y fantasmagórica de Espronceda, sino la noche serena y sosegada de Fray Luis de León. Y , sobre estos versos, construye quizás el más emocionante y emocionado poema de amor en nuestra lengua , que es también la suya :
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo. “La noche está estrellada,
y tiritan , azules, los astros a lo lejos.”

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise , y a veces ella también me quiso.

En las noches como esta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo, Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al ama como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro, será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro, sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor y es tan largo el olvido.

Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque este sea el último dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.

Pero no, estos no van a ser los últimos versos de amor. No vamos a terminar tampoco con Neruda. Vamos a dar un paso más adelante en el tiempo. Todos los versos que hemos recreado hasta ahora han sido escritos por poetas que ya se encuentran en otra dimensión, que ya no están entre nosotros. Pero la poesía se sigue cultivando por hombre y mujeres que aún están vivos, autores con los que podemos hablar o a los que podemos escribir. Y, como colofón de esta aproximación a la poesía amorosa en español, dos de estos poetas. Y, que tienen los dos una curiosa coincidencia : las iniciales de su nombre y su apellido y que en ambos casos son : A.G. . Pues son Antonio Gala y Angel González.
Antonio Gala dio a la luz, no hace mucho un delicioso libro llamado Poemas de amor. Y, aunque es un autor que ha alcanzado notoriedad por su obra dramática, aunque primeramente se dio a conocer como poeta, dice Pere Gimferrer que quien de verdad es poeta nunca deja de serlo. Es la suya una poesía que se inserta en la tradición clásica española desde el Barroco, o incluso desde mucho antes, hasta Cernuda, Lorca o Alberti. Sus poemas, nos reconoce el propio Gala, son una confidencia, la confidencia de un poeta desconocido que se presenta a pecho descubierto. Por ello nos confiesa que no pensaba publicarlos antes de su muerte. “Mi concepto de la intimidad y del pudor así lo ordenaba”, declara. De toda su maravillosa producción poética, seleccionamos uno de los que él llama “Sonetos de la Zubia”. En él consigue un bonito efecto poético con el juego calor/frío . Abomina del verano y desea la llegada del frío invierno. Especialmente atractivo es el último terceto en el que incluye una imagen tan poética como la de los brazos del amor como bufanda y además con el adjetivo “tibia” antepuesto. El soneto nos deja el sabor de la lejanía, siempre viejo y siempre nuevo en la poesía.
Me sorprendió el verano traicionero
lejos de ti, lejos de mí muriendo.
Junio, julio y agosto, no os entiendo.
No sé por qué reís mientras me muero.

Vengan nieve y granizo, venga enero,
vengan escarchas ya, vayan viniendo.
Troncos que fueron nidos ahora enciendo
y no consigo la calor que quiero.

Suelta la vida al viento falsos lazos :
no hay flor, ni luz, ni sed, ni amor, ni río.
Sólo hay un corazón hecho pedazos.

Agosto miente, amor, y siento frío.
Sin la tibia bufanda de tus brazos
aterido sucumbe el cuello mío.

Y, ya acabamos. Y lo hacemos con un poeta, al que he de reconocer que he descubierto tarde, pero que en las preferencias de los alumnos que se sienten atraídos por el fenómeno poético, ocupa un lugar muy destacado. Es un poeta que se nos hace cercano, cuya poesía parece que , a veces, nos roza, nos susurra al oído, nos acaricia la piel. Poesía en la que podemos ver reflejados el fluir del tiempo, o la preocupación social o el intimismo amoroso. De ANGEL GONZÁLEZ, poeta que nace en Oviedo en 1925, seleccionamos un bellísimo soneto amoroso, en el que recoge esa imagen, tan frecuente en la lírica amorosa, del hombre al que no le importa metamorfosearse en animal o cosa con tal de conseguir el corazón de su amada o , a veces, sólo la cercanía física. Así Federico utilizaba la imagen del gusano o del perro ; Pedro Salinas, en otro de sus poemas, confiesa que quisiera ser arena, sol y hasta collar , frasco o seda antigua. De este deseo de metamorfosis tampoco se libra Gerardo Diego, a pesar de no ser un poeta de especial intensidad amorosa. El quiere también alterar su esencia y presencia humana y busca una imagen apropiada en el agua y en el vaso que la contiene :
Ser de todas las formas,
como agua siempre a gusto en cualquier vaso
siempre abrazándote por dentro.
Y también como vaso
para abrazar por fuera al mismo tiempo.
Con el agua hecha vaso
tu confín - dentro y fuera - siempre exacto.

Angel González no se queda atrás y también quiere sufrir esa metamorfosis por amor y transformarse en alga, o caracola o vela o viento, para poder rozar o estar cerca, aunque sólo sea por un instante de la amada. No hay que olvidar que el autor, en Oviedo, tiene muy cerca el mar y por ello estos versos huelen a mar, suenan a mar y saben a mar.
Con este poema acabamos un recorrido sencillo pero sentido por unos hitos fundamentales en nuestra lírica amorosa. Hitos que podrían haber sido otros, pues aquí interviene el gusto y la predilección personal. Han sido versos que tienen como origen y destino el corazón. Versos que han cantado a amores reales o imaginarios, a mujeres u hombres existentes o pensados. Versos a Elisa, a Julia, a Teresa o a Filis, Amarilis, Aminta ¿qué mas da ? . Para gozar la poesía, pasa saborear cada verso, nos importa muy poco la historia que hay detrás, o las estructuras lingüísticas o retóricas que le sirven de base, o el movimiento literario en que se inscribe o tantos datos que, en ocasiones, nos encubren el valor mayor de la poesía, nos tapan el juego de la palabra, nos esconden el sonido de su música. Amigos, hay que leer poesía y hacerlo sin más pretensión que el simple deleite, sin más intención que el puro goce estético. Y, por qué no, hay que aprenderse versos y poemas de memoria. ¿Qué mejor aplicación para ejercitar nuestra memoria ? Y, posiblemente, si saboreamos la poesía, si la recitamos, si la memorizamos, se despierte en algunos ese genio poético que, como dice Bécquer, se encuentra dormido esperando una voz que le diga, “levántate y anda”.
Y, volviendo a Angel González, acabamos con catorce versos suyos, que me parecen el mejor colofón, cuando se habla de poesía y de amor, porque su último verso acaba con una palabra que es la clave para la explicación de estos dos fenómenos, pues el soneto dice así :
Alga quisiera ser, alga enredada
en lo más suave de tu pantorrilla.
Soplo de brisa contra tu mejilla,
arena leve bajo tu pisada.

Agua quisiera ser, agua salada,
cuando corres desnuda hacia la orilla.
Sol recortando en sombra tu sencilla
silueta virgen de recién bañada.

Todo quisiera ser, indefinido,
en torno a ti : paisaje, luz, ambiente ,
gaviota, cielo, nave, vela, viento....

Caracola que acercas a tu oído,
para poder reunir, tímidamente,
con el rumor del mar, mi sentimiento.

Homenaje póstumo a Augusto Puche

CARTA ABIERTA A AUGUSTO PUCHE TOLEDO
Domicilio. El Cielo

Amigo Augusto: Los que hemos estado cerca de ti y hemos conocido tu trayectoria de servicio siempre hemos pensado que te merecías un reconocimiento por parte del pueblo, que tenías más que de sobra derecho a que se te tributara un homenaje, pero nunca nos hubiera pasado por la cabeza el que ese homenaje fuera póstumo.

Pero la responsabilidad no es nuestra, por haber tenido falta de previsión, sino tuya por haberte marchado tan pronto y sin avisar.

Nos hubiera gustado, al menos despedirnos de ti para siempre, apretarnos contigo en un fuerte abrazo y decirte al menos una sola palabra, “gracias” , por tantas cosas.

¿Por qué, cuando estuvimos juntos en misa en la mañana de ese triste domingo 15 de mayo, no me anunciaste nada, no me dijiste que ya no iba a poder contar contigo para rezar en los Penitentes, para organizar la procesión de los Santos Médicos, para recogerme las fotos del periódico, o que ya no íbamos a poder tener más esos encuentros diarios en los que hablábamos siempre de cosas para el pueblo, y discutíamos cuál era más sopero de los dos, y tú decías que yo nunca te alcanzaría?

Pero no sólo lo hiciste mal conmigo, ¿por qué no hablaste ese día con el cura para avisarle de que ya no te tendría más dispuesto para hacer de todo lo que hiciera falta en la Parroquia, para montar el monumento, para ayudarle en el lavatorio, para acompañarlo en la procesión del Corpus, para hacer los turnos de vela ante el Monumento, para ayudarle en la misa y dar la comunión cuando hacía falta?

Y ¿qué decirte de tu amigo José María?, ¿por qué no le anunciaste con tiempo que ya no iba a poder contar más contigo para montar los decorados o escribirle los libretos de la zarzuela o para discutir con él cada día cuando os juntabais en tu tienda y que parece que competíais a ver quién gritaba más de los dos? Pero, cuanto más discutíais más unidos estabais.

¿Y tus vecinos? Es verdad que la Plaza Vieja sigue, con su Ayuntamiento, sus casas de siempre, pero se ha quedado muda. Tu presencia en la esquina de tu tienda y tu voz tan peculiar saludando y bromeando con cualquiera la han dejado vacía, le han quitado un trozo de vida. Y ya no se puede recurrir a ti cuando hay que vestir a los gigantes o hace falta un trozo de cinta de bandera o hay que hacer un rótulo vistoso.

¿Y tu familia? ¿cómo dejaste sin avisar a tu mujer y a tus cuatro hijos, que formaban contigo una piña? Y a tus hermanos, para los que siempre has sido el pequeño y te han tenido un cariño muy especial aunque a veces no entendían que fueras capaz de dejar tu negocio, tu tienda, para atender a cualquier cosa que te pidieran. Tu hermano Paco me dijo unas palabras que aún recuerdo, “Augusto era mucho Augusto”.

Y era verdad. Por eso, por todo lo que sembraste en tu vida, recogiste un testimonio de cariño a tu muerte como pocas veces se ha visto en Abarán. Todo el pueblo te quiso acompañar y las lágrimas salían incontenibles de los ojos de mujeres y de hombres. ¡Cuánto hubieras dado por ver tanta gente acompañándote en tu último viaje! ¡Qué satisfecho te hubieras sentido de ver recompensada una vida entregada a los demás con el cariño y el dolor de este Abarán que tú tanto querías!. Hubieras visto los ojos vidriosos de la Chari o de Virola o de Cayo o de la Anita o de nuestro entrañable José María que, tan brusco y serio siempre, se sentó junto a mí aquella tarde en un banco del atrio y los dos nos echamos a llorar como dos niños pequeños. Carmina, que nos vio, se dirigió a nosotros y con un abrazo y un apretón de manos tuvo con nosotros un gesto de consuelo que no olvidaremos fácilmente.

Amigo Augusto, yo sé que allá arriba no estarás quieto, que estarás, seguramente colaborando en mil tareas celestiales, que te habrás encontrado con tus gentes más queridas, con tus padres, Paco y Cecilia, que se sorprenderían al verte tan pronto, o con Don Juan Sáez que te habrá fichado ya para algunas de las iniciativas que estará llevando a cabo allí arriba. Y con tantos abaraneros que te querían de verdad como los que hemos quedado aquí.

Aquí abajo el pueblo sigue, la vida sigue, las fiestas siguen, pero puedes estar seguro de que para Abarán tú has sido más útil, más importante que mucha gente con más poder o más medios o más estudios. Como has sembrado, vas a recoger esta noche el cariño de tu pueblo, al que tanto querías y servías.

Confiando en que nos fundiremos en un fuerte abrazo cuando nos volvamos a encontrar, se despide desde aquí abajo, tu amigo:
PEPE JARRAS.

Abarán, cabecera de un Valle encantador

ABARÁN, CABECERA DE UN VALLE ENCANTADOR
Jose S. Carrasco Molina

Pocas zonas dentro de la Región de Murcia con un paisaje tan subyugante como el Valle de Ricote. Con el río Segura como hilo conductor y razón de su ser y de su vida, seis pueblos se nos muestran cargados de historia y de futuro al mismo tiempo, pletóricos de raíces que suenan a morisco y llenos igualmente de posibilidades para el nuevo milenio que ya amanece.

Abarán se nos aparece como cabecera de todo el Valle, como estandarte y prólogo de todo un encanto que se encierra bajo la sombra de tantas palmeras y bajo el olor a azahar en unas huertas regadas con las aguas de un río y con el sudor de unas gentes que, durante generaciones, han dejado en esta tierra su impronta de laboriosidad y esfuerzo de sol a sol.

El río Segura ha sido y sigue siendo el mejor testigo de todo lo que en este pueblo ha ocurrido durante siglos. Momentos tan dolorosos y desgarradores como la expulsión de los moriscos a principios del siglo XVII o tan gloriosos como la puesta en marcha en los primeros años del siglo XX del Motor Resurrección, que, impulsando el agua de ese río, dio vida a todo un campo hasta entonces seco y que se convirtió en base de nuestra riqueza.

Abarán no es un pueblo que se adivine desde lejos; hay que toparse con él para descubrirlo. Encerrado y construido entre montañas, su configuración es todo un reto a la naturaleza, es una batalla a una orografía hostil que no fue capaz de vencer el ánimo y el tesón de los que decidieron asentarse en este rincón del Valle. Casas colgadas de unos montes que se miran en el río, cuestas y pendientes que proporcionan un sabor especial al núcleo urbano, calles estrechas que forman como un laberinto que invita al visitante a desentrañarlo. Todo ello dibuja un pueblo sugerente donde la sorpresa salta a cada momento y donde la monotonía no encuentra lugar ni hueco para el que llega a él.

Obligatoria es la visita a un Teatro Cervantes, recién restaurado, que, construido en 1926 ha sido escenario de las actuaciones más exitosas por parte de lo más selecto de cada época en lo artístico. Sus paredes rezuman, especialmente, notas de zarzuela pues, desde los años 20, en este pueblo la zarzuela ha sido la principal manifestación cultural, contando en la actualidad con una Muestra anual y con tres compañías que se dedican a no dejar perder este arte tan español.

Tras la visita al Teatro, hay que dirigirse a una de las balconadas de mayor encanto de toda la región: la Ermita. Pulmón y solaz del pueblo, ha sido el marco en el que muchas generaciones han llenado sus ratos de ocio y esparcimiento. Todo el Valle aparece a los ojos de aquel que llega a ella. Y, junto al Paseo, la iglesia dedicada a unos Patronos a los que, desde el siglo XVI, el pueblo tiene una especialísima devoción: los Santos Médicos Cosme y Damián. En los días finales de septiembre, Abarán vibra en torno a la celebración de su festividad: actos religiosos, conciertos, verbenas, zarzuela, fuegos artificiales forman un conglomerado que hace disfrutar a todas las edades. Las imágenes de Cosme y Damián, en el retablo de esta Ermita, que es la tercera construida desde el siglo XVI, son un referente y una señal de identidad en una comunidad que tanto ha acudido a ellos a lo largo de los siglos.

Si nos adentramos en la huerta, nos topamos con cuatro maravillas producto del ingenio de nuestros antepasados para conseguir regar hasta los últimos rincones de unas propiedades muy repartidas. Son cuatro norias aún en funcionamiento que siguen dando vueltas y elevando el agua de las acequias como hace siglos. Entre ellas, la Noria Grande, la de mayor diámetro de toda Europa. Cerca de ella y también en la margen izquierda, la Noria de la Hoya de Don García; y en la margen derecha del río, la Noria de Candelón y la más pequeña, la Ñorica. Son cuatro monumentos con un pasado rico en historia, pero con un presente y un futuro prometedores desde el punto de vista turístico y económico.

La Iglesia de San Pablo (S. XVI-XVIII), la Iglesia de San Juan Bautista, muestra de una nueva arquitectura, el Santuario en la Sierra del Oro, el Parque junto al río, la Plaza del Ayuntamiento, el casco viejo...son otras visitas obligadas para aquel que quiera conocer una realidad viva y sugeridora.

Y, junto al paisaje, tal vez lo más envidiable, sus gentes. Hombres y mujeres que, viviendo en un pueblo tan cerrado por las montañas, abren a todo el que llega la mano y el corazón.



























ABARÁN, CABECERA DE UN VALLE ENCANTADOR
Abarán no es un pueblo que se adivine desde lejos; hay que toparse con él para descubrirlo. Encerrado y construido entre montañas, su configuración es todo un reto a la naturaleza, es una batalla a una orografía hostil que no fue capaz de vencer el ánimo y el tesón de los que decidieron asentarse en este rincón del Valle.

El río Segura ha sido y sigue siendo el mejor testigo de todo lo que en este pueblo ha ocurrido durante siglos. Momentos tan dolorosos y desgarradores como la expulsión de los moriscos a principios del siglo XVII o tan gloriosos como la puesta en marcha en los primeros años del siglo XX del Motor Resurrección, que, impulsando el agua de ese río, dio vida a todo un campo hasta entonces seco y que se convirtió en base de nuestra riqueza

Obligatoria es la visita a un Teatro Cervantes, recién restaurado, que, construido en 1926 ha sido escenario de las actuaciones más exitosas por parte de lo más selecto de cada época en lo artístico.

Tras la visita al Teatro, hay que dirigirse a una de las balconadas de mayor encanto de toda la región: la Ermita. Pulmón y solaz del pueblo, ha sido el marco en el que muchas generaciones han llenado sus ratos de ocio y esparcimiento. Y, junto al Paseo, la iglesia dedicada a unos Patronos a los que, desde el siglo XVI, el pueblo tiene una especialísima devoción: los Santos Médicos Cosme y Damián. En los días finales de septiembre, Abarán vibra en torno a la celebración de su festividad.

Si nos adentramos en la huerta, nos topamos cuatro norias aún en funcionamiento que siguen dando vueltas y elevando el agua de las acequias como hace siglos. Entre ellas, la Noria Grande, la de mayor diámetro de toda Europa. Cerca de ella y también en la margen izquierda, la Noria de la Hoya de Don García; y en la margen derecha del río, la Noria de Candelón y la más pequeña, la Ñorica.

La Iglesia de San Pablo (S. XVI-XVIII), la Iglesia de San Juan Bautista, muestra de una nueva arquitectura, el Santuario en la Sierra del Oro, el Parque junto al río, la Plaza del Ayuntamiento,... son otras visitas obligadas para aquel que quiera conocer una realidad viva y sugeridora.

Y, junto al paisaje, tal vez lo más envidiable, sus gentes. Hombres y mujeres que, viviendo en un pueblo tan cerrado por las montañas, abren a todo el que llega la mano y el corazón.

Abarán 1904

ABARÁN, 1904
Publicado en Programa de Festejos 2004

Hay citas a las que uno no puede faltar y para los abaraneros Septiembre está salpicado de fechas y acontecimientos que van llamando a las sucesivas generaciones desde tiempo inmemorial.
Y, desde hace unos cincuenta años, hay algo que nos llama o nos convoca a algunos enamorados de las cosas de nuestro pueblo a profundizar en ellas y plasmarlas por escrito. Y ese algo es este Programa de Festejos, esta publicación que se ha convertido con el tiempo en el festejo más popular, porque llega a todos los hogares y es esperado en todos con la misma ilusión con la que se oye el sonido del primer cohete o las notas de nuestra Banda en las dianas mañaneras.
Por todo ello, no podemos ni debemos fallar a esta cita algunos que tomamos este compromiso hace ya bastantes años. El abanico de temas para tratar en este Programa es muy amplio, aunque año tras año se presenta más difícil encontrar uno atrayente para el que escribe y para los miles de personas que lo leen.
Cuando la necesidad apremia y el tiempo se nos va viniendo encima, siempre queda el recurso de acudir a los Archivos pues en ellos siempre hay datos curiosos sobre el pasado de este pueblo que conviene ir descubriendo al gran público.
Como en otras ocasiones, me he acercado, a través de los Archivos Municipal y Parroquial, al Abarán de hace cien años para entresacar algunos datos curiosos y con cierto interés.

Como primer dato estadístico, señalar que en ese año de 1904 son bautizados en la Parroquia de San Pablo 82 niños/as y se llevan a cabo 103 entierros. Los encargados de hacerlo son D. José Candel como párroco y D. Juan Plaza como activo coadjutor. Dos curas que, según la visita de inspección que realiza a la Parroquia D. Francisco Vigueras, como arcipreste del Partido, el día 11 de abril, lo tenían todo (sagrario, varas, altares, archivos...), conforme con lo que dictaban las normas de aquel tiempo.
Desde el punto de vista político, el día 1 de enero de 1904 toma posesión de la alcaldía D. Fernando Gómez, un alcalde importante en nuestro pueblo, que tiene dedicada una calle, y que estuvo en el cargo hasta 1910. Por lo que se desprende de la lectura de las actas capitulares, es decir de las sesiones de Pleno, fue este un año tranquilo, pues no aparece en ellas ningún signo de controversias o enfrentamientos políticos. Del desarrollo de estas reuniones municipales da fe el secretario, a la sazón D. Ricardo Martínez.
Parece que, como es natural en todo Ayuntamiento, la situación económica no era muy boyante, pues hay algunos meses en los que no se puede pagar con puntualidad a los empleados públicos y se acuerda que se abonarán dichos sueldos, “cuando el estado de fondos lo consienta”. Por lo que se aprecia, una de las principales fuentes de ingresos eran las subastas de los montes. Como ejemplo, el 23 de mayo se conceden los espartos de la Sierra del Oro a D. Luis Fernández, de Blanca, por la cantidad de 7.200 ptas.; y a su paisano D. Antonio Ibáñez, se le adjudican 5.023 pinos de la Sierra de la Pila por 5.051 ptas.. Esas cantidades eran bastante significativas en ese momento, si tenemos en cuenta que el coste salarial sería de 2 ptas. diarias, según hemos concluido por el pago de siete pesetas a D. Joaquín Molina Gómez por tres jornadas y media empleadas en el arreglo de los árboles de la Ermita.
Siguiendo con las finanzas, entre los primeros acuerdos que toma el nuevo Ayuntamiento, se acuerda nombrar una Comisión para gestionar con Dª Visitación Aguado, viuda de Monxó, la rebaja del dinero que satisface el Ayuntamiento por el alumbrado público por “creer excesiva la suma que hoy satisface por el mencionado servicio”. Y en la sesión del 25 de julio aparece un concepto que hoy lleva de cabeza a nuestros políticos, los “créditos reconocidos”, es decir, las facturas que vienen de atrás, y se acuerda, entre otras cosas, pagar la factura de los carteles de la feria del año anterior.
También desde los comienzos de la nueva Corporación, aparece un tema que se irá repitiendo durante todo el año y es la preocupación por adecentar el paseo de la Ermita. Y el 18 de enero se acuerda encargar al concejal D. José Tornero Ginestar para que adquiera árboles “con el fin de hermosear la explanada existente en la Ermita de esta población”, árboles que importarán 167,90 ptas. Unos meses después, el 3 de octubre, se acuerda también adquirir varios árboles para plantarlos en la Ermita “a la mayor brevedad posible”. Estaríamos quizás asistiendo en este año de 1904 a la plantación de los árboles más antiguos que hoy vemos en nuestro entrañable Paseo. Pero no sólo hay referencias a la Ermita por el arbolado. El día 4 de julio, se acuerda colocar el tablado de la música en el Paseo de la Ermita “a fin de que desde el próximo domingo por la noche asista la Banda y ejecute algunos puntos de su programa para solaz y distracción de las personas que concurran a dicho sitio”. Unos meses después, el 31 de octubre, el Pleno aprueba que se autorice al alcalde para que la Banda de Música, dirigida por D. David Templado, amenice el Paseo de la Ermita “en los días festivos que crea conveniente” (¿podríamos hacer hoy realidad también este acuerdo?). El día 11 de julio , se acuerda rociar el paseo de la Ermita los domingos y festivos durante el verano. Y el 29 de agosto, se pagan 17,50 ptas. al cerrajero D. Mariano Manuel como importe del arreglo de los bancos de hierro del paseo de la Ermita.
Desde el punto de vista urbanístico, el Cura Párroco solicita al Ayuntamiento que, “para evitar reclamaciones y derechos que pudieran promover litigios, se realice el deslinde del terreno de la Ermita que pertenece a los Santos Patronos”. Y el 29 de agosto, se realiza ese deslinde por D. Pascual Candel, Perito Agrimensor de Blanca. Decisión importante también es la de abrir una calle desde el lado de Poniente del Paseo de la Ermita hasta el sitio denominado Los Secanos. Esta calle se correspondería con la bajada hasta la calle del Asilo por el lateral de la Casa de la Cultura.
Y, siguiendo con el urbanismo, el día 7 de marzo, la Corporación aprueba lo siguiente : “que para todas las obras que se verifiquen para la construcción de casas y reformas de las existentes, se solicite el debido permiso”, una medida que ha venido llevando de cabeza a todas las Corporaciones siguientes y, por supuesto, al pueblo que ha ido pagando, a veces con un precio muy caro y ya irreversible, la permisividad en esta materia.
Hay un acuerdo curioso el día 19 de diciembre y es la autorización al alcalde para que “gestione el establecimiento de la feria tradicional denominada de Navidad que se venía verificando en años anteriores, promoviendo corridas de novillos en los días 25,26 y 27, a beneficio de los Patronos de este pueblo”. Es decir, una feria taurina pero en los días navideños.
En relación con la celebración de las Fiestas Patronales, en muy poco tiempo se preparan, pues el 22 de agosto se autoriza a la Comisión para que organice los festejos que estime convenientes. En esa misma sesión se acuerda instalar las casetas de Feria en la Plaza de la Constitución (Plaza Vieja) por ser “conveniente a los intereses del comercio de esta Villa”. Ello significa un cambio, pues a partir de 1900 ya se había acordado colocarlas en la Ermita. De todas maneras, este cambio no debió tener mucha aceptación porque en el año siguiente, se acuerda colocarlas en la Explanada de la Ermita “para evitar la aglomeración de personas en la Plaza de la Constitución”.

Y es que la Ermita ya se veía entonces como el lugar más idóneo para la fiesta, para la música, para el encuentro, para la conversación, para todo aquello que constituye esa mitad que, unida a la otra mitad que es el trabajo y el laborar cotidiano, constituye la vida de las personas y de los pueblos. Por ello, porque es el alma y el corazón del nuestro, en todo el año, pero especialmente en estos días de Feria no sólo hay que cuidarla, sino que merece ser mimada y devolverle la belleza y la vida que ha ido perdiendo con el paso del tiempo.

JOSE S. CARRASCO MOLINA
Cronista Oficial de Abarán.