viernes, 1 de mayo de 2009

PROLOGO AL "AUTO DEL PRENDIMIENTO"

PROLOGO A LA PUBLICACION DEL
“AUTO DEL PRENDIMIENTO Y LA BOCINA” DE DON JOSÉ GIL GARCIA
El nacimiento del teatro en España está ligado a la Iglesia, pues la primera obra teatral castellana es el Auto de los Reyes Magos, que data de mediados del siglo XIII y que, como su nombre indica, tiene una temática navideña. Habrá que esperar dos siglos para el primer Auto de la Pasión, escrito entre 1486 y 1499 por Alonso del Campo, aunque no cabe duda de que la obra más importante de este género es el Auto de la Pasión de Lucas Fernández, ya del siglo XVI.
Todas estas obras, al igual que los desfiles procesionales, son un intento de hacer llegar a un pueblo, entonces analfabeto en una gran mayoría, las verdades de la fe cristiana. Esas representaciones iban consiguiendo que la gente se empapara de la vida y el mensaje de Cristo, pues, al no dominar el latín, lengua oficial de la Iglesia, y no saber leer, no tenían mucha posibilidad de hacerlo por otras vías.
Transportándonos en el tiempo, llegando hasta la actualidad, aunque la situación de nuestra sociedad tiene poco que ver con la de aquellos siglos, hoy las representaciones de la Pasión son bastante frecuentes en muchos puntos de España, especialmente en Cataluña donde alcanzan una gran vistosidad.
En Abarán no contábamos con ninguna representación autóctona de este tipo, excepción hecha de esa pequeña muestra del Desenclavamiento que aún se realiza en el Santuario, pero he aquí que, a partir de la Semana Santa de 2004, ya podemos decir que tenemos una. Y ello gracias a la pluma de nuestro paisano Pepe Gil, pluma recargada con la tinta de su imaginación, sus dotes literarias, su sensibilidad y su sentido cristiano de la existencia.
No era fácil la tarea encomendada al autor porque el darle sentido y forma teatral a un texto narrativo es algo bastante dificultoso y, si además se trata de un texto sagrado en el que tanta gente tiene depositada su fe, aún más porque siempre puede haber alguien que sienta herida su sensibilidad.
La decisión del autor hizo posible esta obra que hoy se ha convertido ya en uno de los elementos definidores de la vivencia de la Semana Santa en este rincón del Valle de Ricote. José Gil, siempre bastante temeroso de que sus palabras puedan levantar ampollas en alguien, esta vez se armó de valor para hacer realidad este reto. Y, después de varios años, podemos decir que el resultado fue tremendamente satisfactorio. Y no sólo para él, sino para todos los que lo ponen en escena cada año y para los cientos de espectadores que llenan el templo año tras año para contemplar y revivir y, por qué no, meditar estos misterios que son la base de nuestra fe.
Hasta la composición de este Auto, el autor nos había demostrado su capacidad para convertir en literario lo anecdótico, pues había sabido retratar, en artículos y conferencias, nuestra forma de ser como pueblo con pequeñas pinceladas llenas del color de lo entrañable y lo cotidiano. Y nos ha hecho vivir momentos deliciosos e inolvidables que recordamos y que nos gustaría que se repitieran en el futuro.
Pues, con este Auto del Prendimiento, representado cada Lunes Santo en nuestro pueblo, José Gil consigue hacer literario algo muy profundo, tan profundo que ha conseguido convertirse en materia de fe para millones de seres desde hace veinte siglos.
Conociendo al autor, estoy seguro de que, para su composición, ha realizado una labor previa de documentación, estudiando y desmenuzando el relato de la Pasión de Cristo en los cuatro evangelios. Y Mateo, Marcos, Lucas y Juan han sido las primeras fuentes en las que ha bebido. Junto a ellos, sin duda ha leído e interiorizado otros Autos que se suceden en la historia de nuestra literatura. A todos esos conocimientos librescos les ha sumado sus propias vivencias, sus personales recuerdos de tantas Semanas Santas vividas desde una niñez ya lejana. Y, seguramente desde su subconsciente, a la hora de la creación, han surgido las imágenes de aquel niño desfilando con los armaos, esa Hermandad tan unida a su familia paterna, o los sentimientos surgidos acompañando a la Virgen en la Procesión del Santo Entierro o la meditación que va surgiendo conforme se van recorriendo las distintas estaciones en la antigua y entrañable Procesión de Penitentes a cuya cita el autor acude devoto y puntual cada año.
No es el momento de hacer una crítica literaria del texto, analizando diálogos, acotaciones, recursos expresivos…. aunque sí habría que apuntar la fuerza dramática conseguida con intervenciones cortas y muy apropiadas que retratan el interior de cada uno de los principales personajes: Jesús, Caifás, Pedro… que, llevados a la escena por gentes de nuestro pueblo, consiguen hacerse para nosotros cercanos y comprensibles.
Sólo resta desear que esta representación, que aún tiene una corta vida, siga concitando el entusiasmo de actores y espectadores y se convierta en una de las señas de identidad de una Semana Santa que, junto a su valor turístico, no debe perder nunca su valor cristiano, su principal cimiento, y a ello contribuye, sin duda, este Auto que es ya algo tan nuestro como las norias, el Parque o la impresionante balconada de nuestra Ermita.
JOSE. S. CARRASCO MOLINA
Catedrático de Instituto de Lengua y Literatura

No hay comentarios: